lunes, 6 de junio de 2016

4 de junio de 1845. Tesis Botánicas. Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano para el examen de oposición a la cátedra de botánica.

4 de junio de 1845. El Diario del Gobierno de la República Mexicana publica una carta del Dr. Manuel Altamirano con una relación que él mismo da de sus propios trabajos y de sus competencias profesionales, como parte previa al examen de oposición a la cátedra de botánica, así como su discurso para el mismo fin.

El Dr. Manuel Altamirano buscó este examen de oposición para ocupar la cátedra de botánica desde 1829, cuando falleció su maestro Vicente Cervantes, y durante ese periodo su queja continua fue que la cátedra interina fue asignada al Dr. Miguel Bustamante y Septien, también alumno de Cervantes, por motivos políticos y sin el debido proceso.    Así a finales de 1844, al entrar el gobierno de José Joaquín de Herrera, en uno de esos constantes cambios de gobierno que tuvo México en ese tiempo, llegó la oportunidad que buscaba el Dr. Altamirano, ya con 60 años de edad, para concursar por la cátedra.  Sin embargo, el gobierno cambiaría nuevamente a finales de 1845, y empezaría la guerra con los Estados Unidos.  Al parecer el Dr. Altamirano no obtendría esta cátedra, o no la ejercería por mucho tiempo, y se retiraría a Querétaro, donde se ocuparía años después de transmitir su conocimiento botánico a dos de sus nietos: el Dr. Fernando Altamirano y el Dr. Manuel Urbina y Altamirano

El escrito que se publicó en el Diario del Gobierno de la República Mexicana el 4 de junio de 1845, y sería copiado en el periódico El Siglo Diez y Nueve del 8 de junio de 1845, es el siguiente:

México, Junio 3 de 1845.

Señores redactores del Diario: suplico a ustedes tengan la bondad de insertar en su apreciable periódico los siguientes documentos relativos a botánica, por interesarle mucho a este su afectísimo servidor Q. S. M. B. – Manuel Altamirano.

TESIS BOTÁNICAS

El profesor de medicina D. Manuel Altamirano, en la oposición a la cátedra de botánica, sostendrá en idioma latino, como el más científico, cualquiera cuestión de esta ciencia, si así lo exigen coopositores.

También formará en griego nombres compuestos, adecuados a la denominación de un género botánico.

Se esforzará en señalar la clase, orden y género de más de cuatrocientas plantas, solo por el examen de su estampa respectiva.

De las plantas vivas o en buen estado, dará su descripción, aun de las más pequeñas de las fanerógamas, sin el auxilio de lente, y determinará su género y especie, previo el conveniente examen.

Dirá las virtudes médicas y algunos de sus usos económicos, según las doctrinas de los más célebres autores.

Recitará de memoria, según se le interrogue, todos o cualquiera de los aforismos del famoso Carlos Linneo, y dará su explicación y comento.

A más del sistema linneano, dará la explicación del sistema antiguo Tournefor y del moderno de familias naturales.

Trabajos literarios que tendrá el honor de presentar a la junta directiva de estudios.

1º Una censura de la cartilla botánica, impresa en esta capital el año de 1840 en la imprenta del Sr. Cumplido.

2º Presentará una cartilla botánica en verso castellano para el uso de los aficionados.

3º Otra cartilla en prosa, en que se contiene lo más elemental de la ciencia, y corre impresa.

4º Una disertación acerca de los hongos, impresa por la academia médica de esta capital.

5º Un tratado de ornitología, traducido de la Enciclopedia inglesa de Watkins.

6º Un ensayo acerca de los usos económicos de más de 150 vegetales.

Otros pequeños trabajos se hallan insertos en el periódico trimestre* que daba a la luz pública el año de 1830 el sabio D. Pablo de la Llave. Entre aquellos deben contarse: una relación de las plantas que estaban en flor en el rigor del invierno del mencionado año en el pequeño jardín de palacio. También es trabajo suyo la descripción de una especie nueva de salvia arbórea que existía entonces en el mencionado jardín.

Puede presentar igualmente, aunque en borrador, la descripción de nuestras plantas de las orillas de la ciudad de Querétaro, entre las que se hallan algunos géneros y especies nuevas.

(DISCURSO)

Señores.- Cuando compara el filósofo, los concursos que la nación más culta de la antigüedad, convocaba para coronar al que hubiera tenido la fortuna de poseer el corcel más ligero y adquirido la noble habilidad de manejarlo con destreza, con los que en las naciones modernas reúnen las ciencias para recoger entre los pretendientes al que más progresos haya hecho en ellas para confiarle la formación de la juventud, dándoles con el magisterio la recompensa más apetecida y más gloriosa de sus tareas, y la aprobación más solemne de su aprovechamiento, conoce cuales son los progresos de la humanidad y las conquistas que ha hecho la razón. 

¿Qué es, en efecto, una reunión como la presente? No, no es una vana ceremonia, es un estímulo al estudio; un examen de los que nos creemos con derecho a optar un puesto, que no lo da sino el saber; una lid en que debe quedar vencedor el que más robustecido y experimentado haya salido de las lecciones que en el retiro le haya dado la ciencia; un campo de gloria en el que cada uno de nosotros dará a conocer los trabajos con que en la soledad nos hemos hecho dignos del aprecio de nuestros conciudadanos; y una garantía que damos a la sociedad, de que no es el poder, ni las recomendaciones, ni las maniobras, sino el mérito: el mérito que es la capacidad adquirida con el estudio profundo, el que colocará al que dé mejor cuenta de sus adelantos, en la cátedra desde donde Flora enseñe a la juventud sus agradables y útiles secretos. Nada, pues, más justo ni conveniente para la ciencia y la patria, que el fututo catedrático de botánica sea aquel que mayores progresos tenga en la ciencia. 

Pasaron felizmente para ella aquellos días, en que la protección del poder como hacía empleados, así también afectaba hacer maestros, para lo que no bastan ni todas las perlas, ni joyas del oriente, ni el brazo de Alejandro: ¿quién no recuerda con dolor, señores, que diez y seis años se han pasado pidiendo lo que ahora  sin petición alguna ha procurado el ilustre director de esta establecimiento, y mandado ejecutar un gobierno bajo cuya sombra progresarán las ciencias: que en las cátedras verán el premio más debido y deseado de sus adeptos?  

Jóvenes, a quienes el amor de las bellas criaturas, que en los campos dan a la tierra la belleza, que las estrellas al cielo, seguid vuestra encantadora vocación, seguros de que ya las excursiones bajo de un sol ardiente en los montes, y en las que sufriréis todo género de penalidades en las barrancas y en los bosques, no quedarán sepultadas en el desdeñoso desprecio, ni os abandonarán a la indigencia, y a una muerte oscura en vuestros últimos días. No, ya no servirá más el estar constantemente soportando con una sonrisa forzada el desigual humor del poderoso, ni arrastrarse a los orgullosos pies de aquel a quien la fortuna elevó al mando, ni el congraciarse una multitud de amigos, que el estar continuamente consagrado a la ciencia para conseguir la guirnalda con que los jueces honrarán vuestras sienes, el día en que aspiréis a la calificación, que nosotros tratamos de ganar el día de hoy. ¡Y bajo de qué auspicios tan felices! Los jueces que decidirán de nuestro mérito, son los más instruidos y justos, el concurso el más ilustrado; y vos, señor director, el presidente más entusiasta por la gloria de las ciencias.

A no ser así, señores, yo no me presentaría en el estadio, pues conozco que mi vida retirada no me ha dado aquel barniz de sociedad que conquista fácilmente los ánimos. Nada hay en mi brillante, pues las plantas y los libros de un adicto a este ramo de historia natural, no despercuden, sino empolvan más en lo exterior al hombre; y mi lengua no tiene la soltura necesaria para explicarse con gracia, y menos aquella elocuencia con que Bufon y el autor de las cartas a Sofía han hecho amable el estudio de la naturaleza. Mas, ¿qué señores, con esas faltas no se podrá haber hecho progresos en la botánica? ¿Se trata de otra cosa? No ciertamente, y cuando os veo, señor ministro, cuando veo que vos, justo apreciador del mérito, en una ciencia que ha formado vuestras delicias, y en la que habéis logrado recoger flores tan bellas como son las que adornan muchas páginas, de las que habéis consagrado a la botánica; cuando veo, repito, que vos os habeis dignado el patrocinarme en este acto literario, nada temo, sino a mí mismo para no cantar el día de hoy. 

Sublimi feriam sidera vértice.

* Registro trimestre

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 4 de junio de 1845 en el Diario del Gobierno de la República Mexicana (primera parte)

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 4 de junio de 1845 en el Diario del Gobierno de la República Mexicana (segunda parte)

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 8 de junio de 1845 en El Siglo Diez y Nueve