sábado, 15 de octubre de 2016

Árbol genealógico de la familia Altamirano, desde la reconquista de Trujillo, hasta la generación de la conquista de América.

Árbol genealógico de la familia Altamirano desde la reconquista de Trujillo, España, hasta la generación de la conquista de América.

Se muestran algunos posibles ancestros de la familia del Dr. Manuel Altamirano, desde las raíces con Fernán Ruiz de Castro (Fernán Ruiz Altamirano) héroe de la toma definitiva de Trujillo, en 1232, durante la reconquista, hasta los frutos con algunos personajes que participaron en el periodo conocido como la conquista de América, como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Francisco de Orellana, el contador Juan Altamirano, así como el Lic Juan Gutiérrez Altamirano y su esposa Juana Altamirano (su prima quinta).  Estos dos últimos son, al parecer, los primeros ancestros directos del Dr. Manuel Altamirano en México, a partir de la rama que surgirá de un hijo de estos, de nombre Juan Alonso Altamirano.

Dado que existieron matrimonios entre varias ramas de la familia, algunos de los personajes en los frutos (en rojo) se repiten y por ello se numeraron.

En el árbol de observa la rama de los Altamirano que tomó el nombre de Orellana, de donde fueron principales, así como la rama de los Torres, linaje que se tomó por herencia de Estefanía de Torres. Se sugiere también la unión de la rama que se asentó en Arevalo, Fontiveros, Pardiñas y Arenas de San Pedro a finales del siglo XIV.

Fuentes:

-Barriocanal-López, Y., y Gallego-Domínguez, O. 2011. La Capilla Funeraria de los Altamirano en Santa María la Mayor (Trujillo). Norba-Arte XX-XXI. 29-39. Tomado del siguiente enlace: file:///C:/Users/Usuario_Asignado/Downloads/Dialnet-LaCapillaFunerariaDeLosAltamiranoEnSantaMariaLaMay-495629%20(3).pdf

-De Montalvo, Juan José. 1928. De la Historia de Arévalo y sus Sexmos (común de vecinos, ayuntamientos y linajes). Vol. I. Imprenta Castellana. Disponible en el siguiente enlace: http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=10066683

-eTrujillo.com. Alcazar de Altamirano. Página consultada el 15 de octubre de 2016 en el siguiente enlace: http://www.etrujillo.com/web/historia/Alcazar%20de%20Altamirano.htm

-Morales M., Manuel. 1966. Los Altamirano en la Conquista de América. Edit. Tecniform, S.A., México.

Árbol genealógico de la familia Altamirano desde la reconquista de Trujillo, España, hasta la generación de la conquista de América. 



.



miércoles, 3 de agosto de 2016

3 de agosto de 1844. Dispensa de algunos requisitos para examinarse de abogado para D. Manuel Altamirano y Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano

3 de agosto de 1844. El Diario del Gobierno menciona un documento del 17 de junio de 1844 sobre la dispensa de algunos requisitos y formalidades para examinarse de abogado para D. Manuel Altamirano y Téllez (también "Altamirano y Telles"), hijo del Dr. Manuel Altamirano y padre del Dr. Fernando Altamirano.




lunes, 25 de julio de 2016

20 de julio de 1832. Lantana crocea.

20 de julio de 1832. El sacerdote y naturalista Pablo de la Llave (1773-1833) publica en su revista Registro Trimestre una descripción de una especie de planta, llamada Lantana crocea, y agrega: "Esta planta la cogió y determinó su género en el camino de San Luis Potosí, el botánico D. Manuel Altamirano, quien me dio algunos ejemplares"



sábado, 16 de julio de 2016

16 de julio de 1834. Extracto de la memoria que presentó el Dr. Manuel Altamirano en junio de 1833, consultado por la Junta de Sanidad sobre el empleo del huaco para curar el cólera

16 de julio de 1834. El periódico El Telégrafo inserta un extracto de la memoria que presentó el Dr. Manuel Altamirano en junio de 1833, consultado por la Junta de Sanidad sobre el empleo del huaco para curar el cólera, en la cual él concluye que las virtudes de dicho decantado huaco son exageradas y que “ningún médico adornado de una regular crítica deberá fiarse ni en el uno ni en el otro huaco para atacar al cólera morbo”.  La nota indica lo siguiente:

A propósito del cólera, insertamos hoy un extracto de la Memoria que presentó el año anterior el ciudadano profesor de medicina Manuel Altamirano, consultado como botánico por la junta superior de sanidad, sobre el huaco. Sin adherirnos a opinión alguna, añadimos no obstante en obsequio de la verdad, que el Sr. Altamirano, dedicado como pocos al estudio de la botánica, ha adquirido conocimientos profundos, y que en este ramo su voto puede ser el primero.

Extracto de la Memoria que en el mes de junio del año de 1833 presentó el profesor ciudadano Manuel Altamirano, consultado como botánico por la junta de sanidad de México acerca del decantado huaco, no conviniendo en las virtudes exageradas que le atribuían para curar el cólera morbo los doctores Guerra, Chavert (ambos de la junta de sanidad), Vara y otros.

“En la Memoria que presenté a un digno miembro de la junta de sanidad, en contestación a un oficio que me dirigió en el presente mes (la que acompaño a este resumen) procuré demostrar que los mayores descubrimientos se debían por lo común a los más insignificantes individuos de nuestra especie. Después transcribí todo lo que sobre el famoso huaco, de quien se me pedía diese un informe, dice el P. Gumilla en su Historia del Orinoco, el Semanario de Agricultura, al fin de su tomo cuarto, el tomo sexto de los Anales de Ciencias Naturales: Alibert en su Ciencia Médica: el sabio barón de Humboldt en su Viaje a las Regiones Equinocciales, y en este mismo año mi ilustre amigo el Sr. D. Pablo de la Llave, en su apreciable Trimestre del mes de enero.

Después inculqué sobre las virtudes del mukania huaco como contra-veneno cierto y seguro en la mordedura de víboras, y con esta ocasión hablé de los antifármacos que conocían los médicos de la Europa, y de otros muchos que usaron los antiguos indígenas, y a quienes tanto se empeñaron en degradar los céñebres Paw y de Bufon.

Pasando a insinuar mi juicio sobre las virtudes que se le atribuyen tal vez gratuitamente al célebre huaco, ocurrieron dos tropiezos: primero, el modo de distinguirlo de otro que también lleva el mismo nombre en su país natal: segundo, el combatir preocupaciones que se tienen a favor de dicha planta por hombres de reputación en la ciencia médica.

Lo primero me introdujo a recoger de los autores de caracteres botánicos que nos dan sobre dicha planta bejucosa, y yo mismo trabajé mi descripción a seco; añadiendo después las señales que se deben llamar farmacéuticas.

Me voy a encargar acerca de sus virtudes y de su descripción, sujetando mis pequeños conceptos al juicio de los sabios.

Ya no habrá necesidad de hablar de la mikania huaco como remedio seguro contra las mordeduras de serpientes, pues este es un punto incuestionable. Procuraré esclarecer las que se le atribuyen para curar el formidable cólera morbo. Como correctivo de esta asoladora plaga, no sé si tenga el huaco igual virtud que la que se le imputa contra el vómito negro de Veracruz, de que ha habido tantas víctimas en el presente año (en el de 1833). Que sea útil en el cólera morbo, no está fuera de la esfera de lo posible; y aun me atreveré a asegurar hay algunos ligerísimos indicios.

Primeramente: el mikania huaco es de la clase singenesia, que según Linneo es muy medicinal in medicina receptisima. En efecto se encuentra en esta: el tanaceto, la balsamita meno, o achillea ageratum: la santoima, el ajenjo, el abrótano, la artemisa, el agérato propiamente tal, la matricaria, la camomila, la cotula, o anacitlo cretico: la temelia, la oreja de ratón, o hieracio auranciaco: el taraxaco, la achicoria, el cardo de María, la carlina, el cardo santo, etc., etc. Entre estas hay excelentes sudoríficos, como el arctium lappa o bardana, la carlina, la escorzonera, que se han reconocido por los antiguos como alexifármacos o contra venenos, debiendo entrar en aquel rango la manzanilla matricaria chamomilla que tanto se ha recomendado por los que han hablado en el día del cólera morbo.

En dicha clase natural las más son amargas, communiter amara est, como el zempasuchil o tagetes, el coreopsis (planta que recomendaba mi sabio profesor Cervantes), el nil en rama o aclasillea millefolium etc.; pero el que debe fijar nuestra atención es el eupatorio, a cuyo género, que comprende casi infinitas especies y forma la familia de las eupatorias, pertenece también la yerba que el vulgo llama del ángel, y de quien hace tanto uso en los infartos gástricos, en los dolores de estómago por atonía, o cuando trata de promover la digestión y la apetencia, y por lo común consigue buenos resultados.

A esta numerosísima familia de las eupatorias pertenece la mikania huaco: y si como sancionó el famoso Linneo como canon, las plantas que convienen en la clase natural también convienen hasta cierto punto en virtudes, ¿cómo, pues, se le podría negar al huaco la de curar el cólera morbo, cuando no se le niega a la manzanilla vulgar? La misma comparación debe hacerse con el zempasúchil, de quien se vale el vulgo para curar el cólera morbo esporádico: non te pigeat etiam á plebeis suscitari nos aconseja Hipócrates: y aun médicos insignes, como los doctores D. Luis Montaña, Vara, y el profesor D. Isidoro Olvera, y otros, han hecho uso con favorable éxito de esta medicina vulgar.

Por último, el cólera morbo asiático tiene algunos rasgos de semejanzas con el vómoto negro de Veracruz, y esta terrible enfermedad ha cedido (según lo afirma el Dr. Chavert) por medio de la mikania huaco.

Todos estos pequeños grados de probabilidad a favor de la mikania huaco, nos lo quitarán o aumentarán su análisis químico, y sobre todo la experiencia repetida, pues sin esta nada valen las mejores analogías. Y tanto más debemos desconfiar, cuanto que la terrible enfermedad de que se trata, es de una naturaleza desconocida, y por decirlo así: indómita. De aquí es que en el modo de atacarla, los autores más célebres de la ciencia médica han dado métodos no solo varios, sino diametralmente opuestos.

Pasemos al huaco vulgar, o sea la aristoloquia auguacida (según sospecho).

Se alega en favor del huaco propiamente tal (o sea el mikania huaco de Sprenger) que es un contraveneno, y que si el cólera morbo es producido por sustancias deletéreas y venenosas, debía ocurrirse y hacerse tentativas con el mejor contraveneno de los que hasta aquí se han conocido. Si esta razón tiene valor, también debe tenerlo respecto del huaco vulgar, o sea huaco con olor de zempasúchil, y me apoyaré en las siguientes razones.

Primera. Es planta que corresponde al género aristoloquia (como se lo demostré al Dr. Guerra, y de cuyas virtudes puede leerse en Culen tom 2, y en otros también, que la califican de antídoto contra las mordeduras de víboras).

Segunda. La aristoloquia es una planta que desde la antigüedad se ha tenido justamente por muy virtuosa, y es un remedio que se ha manejado mucho, ya como antifebril, ya como antipodágrico, ya como un tónico poderoso; no así el mikania huaco que viene a ser un remedio de un nuevo cuño, y apoyado solo (bajo el aspecto de que se trata) en unos cuantos hechos aislados.

Tercera. Si la polígala seneka se usó, y con buen efecto, contra el dolor de costado, porque los mordiscos de víboras presentaban síntomas de pleuresía, y se curaban con la polígala por la cual razón y valiéndonos de la analogía, podremos ocurrir a la aristoloquia, que según Held, cura los calambres de los gotosos, síntoma que se halla en el cólera morbo, y casi le es inseparable.

Cuarta. Si la cardialgia es otro de los síntomas del cólera morbo asiático, corrigiendo la aristologia, como refiere Lieutaud, dicha cardialgia tal vez podría ser apropiada y conveniente en cólera morbo.

Quinta. Según el célebre médico botánico Carlos Linneo, las plantas obran por medio de su principio oloroso, dirigido a los nervios: agunt omnes plantae olido in nervos. Esto supuesto, el zempasúchil ¿no es un remedio aprobado, no solo por el vulgo, como dije antes, sino por sabios y despreocupados facultativos? ¿Y qué cosa hay más parecida en el olor al cempasúchil que la aristoloquia o huaco vulgar de que tratamos? Por la inversa: ¿no es verdad que disipados en las plantas el olor y el sabor, pierden su virtud? Destructo in plantis sapore et odore, etiam vis castratur. (Id. Linn.) Tal es la suerte del mikania huaco, o sea el huaco propiamente tal, después de transportado a muchas leguas; y por esta razón los anglo-americanos conservan su jugo en aguardiente embotellado; y los bárbaros africanos, pero que pueden darnos lecciones en esta materia, tienen por cierto en aquel país de Bogotá, en que trabajan como esclavos, que debe usarse de la hoja fresca de aquella maravillosa planta para precaverse y curarse de las mordeduras de serpientes, que ellos manejan con la mayor impunidad. Según el diccionario moderno de ciencias médicas, la virtud anti fármaca del mikania huaco debe casi anonadarse, pues su olor y fatidez se disipa con el transcurso del tiempo.

Sexta. La aristoloquia o huaco vulgar de que se trata, tiene un sabor semejante (rel sápido in fibras) el árbol del Perú Schinus mollis. En Veracruz muchos se han curado el vómito negro con el palo mulato, que es una especie del mismo Schinus: plantae quae genere conveniunt etiam virtute conveniunt.

El análisis podrá ministrar luces sobre esta importante materia. Lo que por ahora hay de cierto, es que esta aristoloquia, a quien llaman huaco de Guatemala, es fragantísimo, y conserva su olor por mucho tiempo, y se halla encerrado en los tubos longitudinales de su tallo perceptibles aun a la simple vista, conteniéndose esta fragancia en un aceite esencial muy volátil.

En resumen, según mi opinión, ningún médico adornado de una regular crítica deberá fiarse ni en el uno ni en el otro huaco para atacar al cólera morbo. La experiencia decidirá sobre ambas plantas, dando término a raíz pequeñas indagaciones con lo que concluye el célebre Carlos Linneo. In scientia naturali principia veritatis observationibus confirmari debent".- Manuel Altamirano.







lunes, 6 de junio de 2016

4 de junio de 1845. Tesis Botánicas. Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano para el examen de oposición a la cátedra de botánica.

4 de junio de 1845. El Diario del Gobierno de la República Mexicana publica una carta del Dr. Manuel Altamirano con una relación que él mismo da de sus propios trabajos y de sus competencias profesionales, como parte previa al examen de oposición a la cátedra de botánica, así como su discurso para el mismo fin.

El Dr. Manuel Altamirano buscó este examen de oposición para ocupar la cátedra de botánica desde 1829, cuando falleció su maestro Vicente Cervantes, y durante ese periodo su queja continua fue que la cátedra interina fue asignada al Dr. Miguel Bustamante y Septien, también alumno de Cervantes, por motivos políticos y sin el debido proceso.    Así a finales de 1844, al entrar el gobierno de José Joaquín de Herrera, en uno de esos constantes cambios de gobierno que tuvo México en ese tiempo, llegó la oportunidad que buscaba el Dr. Altamirano, ya con 60 años de edad, para concursar por la cátedra.  Sin embargo, el gobierno cambiaría nuevamente a finales de 1845, y empezaría la guerra con los Estados Unidos.  Al parecer el Dr. Altamirano no obtendría esta cátedra, o no la ejercería por mucho tiempo, y se retiraría a Querétaro, donde se ocuparía años después de transmitir su conocimiento botánico a dos de sus nietos: el Dr. Fernando Altamirano y el Dr. Manuel Urbina y Altamirano

El escrito que se publicó en el Diario del Gobierno de la República Mexicana el 4 de junio de 1845, y sería copiado en el periódico El Siglo Diez y Nueve del 8 de junio de 1845, es el siguiente:

México, Junio 3 de 1845.

Señores redactores del Diario: suplico a ustedes tengan la bondad de insertar en su apreciable periódico los siguientes documentos relativos a botánica, por interesarle mucho a este su afectísimo servidor Q. S. M. B. – Manuel Altamirano.

TESIS BOTÁNICAS

El profesor de medicina D. Manuel Altamirano, en la oposición a la cátedra de botánica, sostendrá en idioma latino, como el más científico, cualquiera cuestión de esta ciencia, si así lo exigen coopositores.

También formará en griego nombres compuestos, adecuados a la denominación de un género botánico.

Se esforzará en señalar la clase, orden y género de más de cuatrocientas plantas, solo por el examen de su estampa respectiva.

De las plantas vivas o en buen estado, dará su descripción, aun de las más pequeñas de las fanerógamas, sin el auxilio de lente, y determinará su género y especie, previo el conveniente examen.

Dirá las virtudes médicas y algunos de sus usos económicos, según las doctrinas de los más célebres autores.

Recitará de memoria, según se le interrogue, todos o cualquiera de los aforismos del famoso Carlos Linneo, y dará su explicación y comento.

A más del sistema linneano, dará la explicación del sistema antiguo Tournefor y del moderno de familias naturales.

Trabajos literarios que tendrá el honor de presentar a la junta directiva de estudios.

1º Una censura de la cartilla botánica, impresa en esta capital el año de 1840 en la imprenta del Sr. Cumplido.

2º Presentará una cartilla botánica en verso castellano para el uso de los aficionados.

3º Otra cartilla en prosa, en que se contiene lo más elemental de la ciencia, y corre impresa.

4º Una disertación acerca de los hongos, impresa por la academia médica de esta capital.

5º Un tratado de ornitología, traducido de la Enciclopedia inglesa de Watkins.

6º Un ensayo acerca de los usos económicos de más de 150 vegetales.

Otros pequeños trabajos se hallan insertos en el periódico trimestre* que daba a la luz pública el año de 1830 el sabio D. Pablo de la Llave. Entre aquellos deben contarse: una relación de las plantas que estaban en flor en el rigor del invierno del mencionado año en el pequeño jardín de palacio. También es trabajo suyo la descripción de una especie nueva de salvia arbórea que existía entonces en el mencionado jardín.

Puede presentar igualmente, aunque en borrador, la descripción de nuestras plantas de las orillas de la ciudad de Querétaro, entre las que se hallan algunos géneros y especies nuevas.

(DISCURSO)

Señores.- Cuando compara el filósofo, los concursos que la nación más culta de la antigüedad, convocaba para coronar al que hubiera tenido la fortuna de poseer el corcel más ligero y adquirido la noble habilidad de manejarlo con destreza, con los que en las naciones modernas reúnen las ciencias para recoger entre los pretendientes al que más progresos haya hecho en ellas para confiarle la formación de la juventud, dándoles con el magisterio la recompensa más apetecida y más gloriosa de sus tareas, y la aprobación más solemne de su aprovechamiento, conoce cuales son los progresos de la humanidad y las conquistas que ha hecho la razón. 

¿Qué es, en efecto, una reunión como la presente? No, no es una vana ceremonia, es un estímulo al estudio; un examen de los que nos creemos con derecho a optar un puesto, que no lo da sino el saber; una lid en que debe quedar vencedor el que más robustecido y experimentado haya salido de las lecciones que en el retiro le haya dado la ciencia; un campo de gloria en el que cada uno de nosotros dará a conocer los trabajos con que en la soledad nos hemos hecho dignos del aprecio de nuestros conciudadanos; y una garantía que damos a la sociedad, de que no es el poder, ni las recomendaciones, ni las maniobras, sino el mérito: el mérito que es la capacidad adquirida con el estudio profundo, el que colocará al que dé mejor cuenta de sus adelantos, en la cátedra desde donde Flora enseñe a la juventud sus agradables y útiles secretos. Nada, pues, más justo ni conveniente para la ciencia y la patria, que el fututo catedrático de botánica sea aquel que mayores progresos tenga en la ciencia. 

Pasaron felizmente para ella aquellos días, en que la protección del poder como hacía empleados, así también afectaba hacer maestros, para lo que no bastan ni todas las perlas, ni joyas del oriente, ni el brazo de Alejandro: ¿quién no recuerda con dolor, señores, que diez y seis años se han pasado pidiendo lo que ahora  sin petición alguna ha procurado el ilustre director de esta establecimiento, y mandado ejecutar un gobierno bajo cuya sombra progresarán las ciencias: que en las cátedras verán el premio más debido y deseado de sus adeptos?  

Jóvenes, a quienes el amor de las bellas criaturas, que en los campos dan a la tierra la belleza, que las estrellas al cielo, seguid vuestra encantadora vocación, seguros de que ya las excursiones bajo de un sol ardiente en los montes, y en las que sufriréis todo género de penalidades en las barrancas y en los bosques, no quedarán sepultadas en el desdeñoso desprecio, ni os abandonarán a la indigencia, y a una muerte oscura en vuestros últimos días. No, ya no servirá más el estar constantemente soportando con una sonrisa forzada el desigual humor del poderoso, ni arrastrarse a los orgullosos pies de aquel a quien la fortuna elevó al mando, ni el congraciarse una multitud de amigos, que el estar continuamente consagrado a la ciencia para conseguir la guirnalda con que los jueces honrarán vuestras sienes, el día en que aspiréis a la calificación, que nosotros tratamos de ganar el día de hoy. ¡Y bajo de qué auspicios tan felices! Los jueces que decidirán de nuestro mérito, son los más instruidos y justos, el concurso el más ilustrado; y vos, señor director, el presidente más entusiasta por la gloria de las ciencias.

A no ser así, señores, yo no me presentaría en el estadio, pues conozco que mi vida retirada no me ha dado aquel barniz de sociedad que conquista fácilmente los ánimos. Nada hay en mi brillante, pues las plantas y los libros de un adicto a este ramo de historia natural, no despercuden, sino empolvan más en lo exterior al hombre; y mi lengua no tiene la soltura necesaria para explicarse con gracia, y menos aquella elocuencia con que Bufon y el autor de las cartas a Sofía han hecho amable el estudio de la naturaleza. Mas, ¿qué señores, con esas faltas no se podrá haber hecho progresos en la botánica? ¿Se trata de otra cosa? No ciertamente, y cuando os veo, señor ministro, cuando veo que vos, justo apreciador del mérito, en una ciencia que ha formado vuestras delicias, y en la que habéis logrado recoger flores tan bellas como son las que adornan muchas páginas, de las que habéis consagrado a la botánica; cuando veo, repito, que vos os habeis dignado el patrocinarme en este acto literario, nada temo, sino a mí mismo para no cantar el día de hoy. 

Sublimi feriam sidera vértice.

* Registro trimestre

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 4 de junio de 1845 en el Diario del Gobierno de la República Mexicana (primera parte)

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 4 de junio de 1845 en el Diario del Gobierno de la República Mexicana (segunda parte)

Relación de trabajos y discurso del Dr. Manuel Altamirano publicado el 8 de junio de 1845 en El Siglo Diez y Nueve

viernes, 20 de mayo de 2016

20 de mayo de 1785 - 20 de mayo de 1865. Nacimiento y muerte del Dr. Manuel Altamirano

20 de mayo de 1785.  Nacimiento del Dr. Manuel Altamirano, quien será bautizado dos días después como José Manuel Bernardino de la Santísima Trinidad.  Su acta de bautismo indica lo siguiente:

"En la Iglesia Parroquial de Santiago de Querétaro, a veinte y dos de mayo de mil setecientos ochenta y cinco, yo el B. D. Juan Arriaga V. P. bauticé solemnemente a José Manuel Bernardino de la Santísima Trinidad, hijo legítimo de Don José Manuel Altamirano, y de Doña Ignacia Romo*, españoles** de la calle de las Malfajadas. Le sacó de pila Doña María Rosalía Altamirano, española** de la calle de los Infantes. le advertí las obligaciones y parentesco, y lo firmé. Rúbricas: Don Pedro González y Bachiller Juan Arriaga".

Una de sus biografías fue presentada en la tesis de su nieto, el Dr. Fernando Altamirano, Leguminosas Indígenas Medicinales, que fue copiada en la revista La Naturaleza, 1ª serie, tomo 4, 1879, de la Sociedad Mexicana de Historia Natural.  En esta se indica que .el Dr. Manuel Altamirano murió en 1865, el mismo día que cumplió 80 años, y en la misma casa que lo había visto nacer.  La mención completa del Dr. Manuel Altamirano en ese escrito es la siguiente:

“El autor dedica su trabajo a su respetable abuelo, el distinguido botánico Dr. Manuel Altamirano, quien hizo, entre otros estudios de mérito, la connotación científica de un gran número de las plantas que describe el Dr. Hernández, y que al autor le sirvió de base para su Memoria. Copiamos a continuación algunas de las noticias biográficas que refiere acerca de aquel sabio mexicano.

«Su amor a la botánica y su ardiente deseo de dar a conocer nuestra flora, se revelan claramente en el asiduo afán y en la constancia admirable con que se dedicó a recoger por si mismo las plantas del Valle de México, cuyas descripciones hacía; extendiéndose sus trabajos hasta una gran parte de la flora de Querétaro y de S. Luis Potosí. Escribió una cartilla botánica de nuestras plantas más comunes y la página de Linneo donde se encontraban descritas. Vieron también luz pública varios de sus trabajos, tales como la descripción de la Lantana crocea que el Sr. La Llave insertó en su "Registro Trimestre", las descripciones de algunas plantas de ornato cultivadas en Querétaro, consideraciones sobre los hongos venenosos y cómo deben usarse, etc. La Yerba del Cura, Ternstroemia Altamirania le fue dedicada como botánico distinguido de su época. Fue nombrado espontáneamente miembro de la Sociedad Médica de Madrid, nombramiento que recibió con sorpresa, pues jamás había solicitado este honor. El notable político y jurisconsulto Sr. Luis de la Rosa, secretario de relaciones en esa época y de grandes conocimientos botánicos, lo comisionó para que describiese la flora del estado de Querétaro, pero la revolución paralizó sus trabajos. Poseía varios idiomas, como el francés, inglés, griego, mexicano, sobre todo el latino que hablaba y escribía correctamente, y enseñó por muchos años en el colegio de Querétaro. Por último, pasó el resto de su vida laboriosa en esta ciudad, donde murió en 1865, el mismo día que cumplió 80 años, y en la misma casa que lo había visto nacer, dejando inéditos un gran número de trabajos, en los que anotaba las aplicaciones útiles de algunas plantas, la sinonimia vulgar, etc., etc., que desgraciadamente fueron destruidos en nuestros continuos movimientos revolucionarios»”.

El Dr. Manuel Altamirano falleció el 20 de mayo de 1865 en Querétaro.  Su acta de defunción indica lo siguiente:

“En el Camposanto del Espíritu Santo de Querétaro, a veinte de mayo de mil ochocientos sesenta y cinco, se dio sepultura al … al Sr Don Manuel Altamirano, de ochenta años: casado que fue con Doña Jacoba Anaya***: originario de Querétaro, y de profesión Médico: murió de ancianidad en la calle de las Malfajadas. Se leyó y para constancia lo firmé. Rúbrica: Agustín Guisasola.”


*.También Ignacia Ortiz de Zárate, pero quien aparece en algunos documentos como Ignacia Romo y en otros como Ignacia Ferrusca.
** "Españoles", en estas actas de la Nueva España señalaban su grupo étnico, no su lugar de nacimiento (podían haber nacido en México y aun así ser identificados en las actas como españoles).
***Su, al menos, quinta esposa.



Acta de Bautismo del Dr. Manuel Altamirano. 22 de mayo de 1785

Biografía del Dr. Manuel Altamirano, publicada en la revista La Naturaleza 1ª serie, tomo 4, 1879. Primera parte.

Biografía del Dr. Manuel Altamirano, publicada en la revista La Naturaleza 1ª serie, tomo 4, 1879. Segunda parte.

Acta de defunción del Dr. Manuel Altamirano. 20 de mayo de 1865.


18 de mayo de 1843. Resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, hermano del Dr. Manuel Altamirano.

18 de mayo de 1843. El periódico El Siglo Diez y Nueve publica una carta enviada por una persona que se identifica como Un amigo del Lic. Mier y Altamirano, en la cual brinda un ligero resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano, hermano del Dr. Manuel Altamirano.

Es posible quee este escrito pudiera haber sido redactado inclusive por el mismo Dr. Manuel Altamirano.

El escrito es el siguiente:.

Sres, editores del Soglo XIX.- Casa de ustedes. Mayo 1° de 1843.- Muy señores míos:

Confiando en la indulgencia de ustedes, no dudo que tengan más grata acogida en su luminoso periódico las siguientes indicaciones o llámense Lecciones de la fortuna, sugeridas solamente por los sinceros sentimientos de la amistad, de la compasión, y permítaseme decirlo, del amor a la justicia. Ellas tienen la conexión más íntima con la genial beneficencia y justificación del supremo magistrado de la república, con la gratitud nacional, con la subsistencia de una honrada familia, cuyo padre, después de haber prestado muchos años importantes servicios a la patria, se halla en el día destituido de recursos: con la suerte de un antiguo patriota, que habiendo merecido en todas las épocas de nuestra independencia como funcionario público, la confianza de las supremas autoridades, y el honor de que lo recomendase del modo más expresivo, como diré luego, el mismo ilustre presidente que rige en la actualidad los destinos de la patria, se vio repentinamente privado de todo auxilio en el último tercio de su vida; vamos pues al propósito.

Las intenciones siempre benéficas del Excelentísimo Señor Presidente que cuenta como Tito, perdido el día en que no ha dispensado una gracia, esa generosa propensión de favorecer a los desvalidos, se manifestó con un rasgo brillante en la orden del día 24 del próximo pasado abril, inserta en el Diario del Gobierno del martes 25, comunicada por el Ministerio de Hacienda al de Justicia, sobre la colocación del benemérito Lic. D. Crecencio Chico Sein. Es verdad que toda comparación es odiosa; pero cuando se trata de indemnizaciones o recompensas políticas, ¿quién no advertirá que el Lic. D. Juan Nepomuceno Mier y Altamirano (este es el individuo a que aluden mis anteriores expresiones), aunque sólo se considerasen la gran diferencia de su edad, respecto de la del Sr. Chico, y por consiguiente su más dilatada carrera en los empleos y servicios públicos, de que haré luego una breve reseña, merece por lo menos igual indemnidad y consideración del Supremo Gobierno?

Conviene advertir antes de hacer un ligero resumen de los méritos literarios y políticos del Lic. Mier y Altamirano, que todos ellos además de ser la mayor parte notorios, están documentados en la relación minuciosa que he tenido a la vista, y que obra en un cuaderno de que repetidamente se ha instruido así el Supremo Gobierno, como la Suprema Corte de Justicia.  

Allí pues consta que el mismo Lic. Mier y Altamirano en su carrera literaria obtuvo las más honoríficas calificaciones y primeros premios así en el Colegio de San Javier de Querétaro, donde cursó filosofía, como en el Tridentino Seminario de esta capital, donde estudió jurisprudencia; que se recibió de abogado el año de 1809, y así antes como después de esta remota época, se consagró constantemente a los estudios serios y a la bella literatura, y en todo esto existen comprobantes en muchos periódicos e impresos.  

Por lo que toca a sus servicios patrióticos, allí también aparece 

que tuvo una parte muy directa y activa en el plan de nuestra gloriosa independencia formado por los primeros héroes, siendo uno de ellos el inmortal y excelentísimo Sr. D. Ignacio Allende, de quien mereció el más alto concepto y la más honrosa confianza: 

que sufrió por tan gloriosa causa y por muchos días una dura prisión en Querétaro, desde el memorable 16 de Septiembre del año de 1810, y desde la hora misma en que se daba el grito de libertad por aquellos ilustres caudillos en el pueblo de Dolores: 

que contribuyó cuanto estuvo a su alcance a que se consumase la independencia proclamada por el héroe de Iguala en el año de 1821: 

que fue electo diputado suplente para las Cortes de España en el año de 1820, y del mismo modo para el Primer Congreso General Mexicano que se declaró después convocante y fue uno de los que compusieron la Junta Instituyente por disposición del mismo héroe de inmortal memoria, el Sr. Iturbide, 

que habiéndole nombrado juez de distrito, del que fue estado y hoy departamento de San Luis Potosí, sirvió ese empleo por espacio de diez años, sin que en tan largo periodo y en medio de las más difíciles circunstancias se le hubiera jamás extrañado procedimiento alguno, antes bien, tanto del Supremo Gobierno como de aquel Supremo Tribunal, recibió honoríficos testimonios de confianza y aprobación en el desempeño de importantes negocios y comisiones: 

que en todo ese decenio fue asesor gratis de la Comandancia General del mismo departamento, despachando innumerables expedientes y consagrando a tan espinosas fatigas aun las pocas horas de su descanso: 

que en el año de 1835 en que transitó el excelentísimo señor actual presidente, por la capital de San Luis Potosí donde eran entonces juez de distrito, y en cuyo tiempo se verificó venciendo grandes obstáculos el remate del arrendamiento de las Salinas del Peñón Blanco, mereció que su excelencia, atendiendo a los enérgicos procedimientos que con el carácter de juez de hacienda, hizo en aquel negocio, lo recomendase del modo más eficaz y honorífico al excelentísimo Sr. Barragán, presidente interino que entonces era de la república, con el objeto de que influyese a fin de que se colocara en el Tribunal Superior de la Guerra que existía en aquel tiempo, o en otro destino adecuado a su profesión, lo que no tuvo efecto por la prematura muerte de ese supremo magistrado: 

que dos veces fue propuesto, y la segunda en primer lugar por la excelentísima Diputación de Querétaro, para gobernador de aquel departamento: 

que dos veces fue también propuesto en terna por el Supremo Tribunal de Justicia, y una de ellas en primer lugar para el Juzgado de Distrito en propiedad de esta capital, y lo fue también para juez propietario del Tribunal de Circuito de Celaya: 

que por haber manifestado paladinamente su constante adhesión al Supremo Gobierno entre las notorias turbulencias acaecidas en el dicho departamento de San Luis Potosí, constreñido a la necesidad y atendiendo a su propia conservación, renunció al empleo de juez de distrito, y sin embargo de la menor dotación y categoría pretendió la plaza de promotor fiscal del Juzgado de Hacienda de esta capital, que obtuvo..., en propiedad, en la que se dedicó con improbo trabajo al despacho del capítulo de negocios que giraban en ese mismo juzgado:

que fue nombrado el año de 1837 ministro de los que debían juzgar a los de la Alta Corte de Justicia y de la Marcial:

que por el empeño con que promovió los derechos del Banco de Avío identificados con los de la hacienda pública, fue invitado el mismo año de 1837 por los señores vocales de la misma junta, con especialidad por su presidente y ministro entonces de justicia, el excelentísimo Sr. Peña y Peña, para que asistiese en calidad de consultor a las sesiones de aquella, lo que verificó constantemente y después como asesor de la misma con aprobación del supremo gobierno:

que obtuvo posteriormente el Juzgado de Distrito hasta su extinción por la que quedó privado repentinamente de una colocación en que estaba cifrada toda su subsistencia y la de su numerosa familia:

que aunque fue nombrado ministro suplente y perpetuo de la Suprema Corte, y magistrado también suplente y perpetuo del Tribunal Superior de Justicia, y aunque ha asistido casi sin interrupción, desde que se dio el decreto de la materia, en ambos tribunales especialmente en el segundo por el método prescrito en el decreto de la materia, y por el que se ha observado en la distribución de sueldos, agregándose a esto las notorias escaseces del erario, no ha llegado todavía el caso de que perciba ni un medio real del sueldo asignado a los suplentes; 

habiendo vacado por renuncia del Sr. Romero una de aquellas magistraturas en propiedad, aspiró a ese destino, y conforme a las disposiciones legales que entonces regían, fue propuesto en terna, así por el Tribunal Superior, como por la Suprema Corte, pasando en consecuencia el expediente respectivo al Supremo Gobierno, donde existe sin haberse procedido a la provisión, a causa sin duda de la nueva planta que se dio a ese tribunal cuyo definitivo arreglo está suspenso todavía, pero no lo está la triste situación del Lic. Mier y Altamirano, quien después de su larga carrera en el estudio y patrióticos servicios, vio desaparecer de un golpe toda su escasa fortuna y cuando debía esperar por premio de sus tareas el descanso de su vejez, y el proporcionar a sus hijos una educación correspondiente a su clase, hace ya muchos días que se halla hundido en la inopia, consecuencia necesaria de la destitución de todo empleo y de todo recurso pecuniario, sin embargo de que se le deben cantidades considerables de los sueldos que había devengado y sobre cuyo pago no ha hecho solicitud ni gestión alguna, atendiendo a las exigencias de la causa pública y escasez de los fondos nacionales.  

Creo muy bien que tal calamidad y la aflictiva situación de un experto letrado y de un honrado ciudadano que ha merecido bien de la patria, no ha llegado a noticia del excelentísimo señor presidente, o no le han permitido fijar ni aun por pocos momentos la atención en este particular objeto; pero estoy seguro de que si llega a la feliz oportunidad de que resuene en sus oídos el clamor de la justicia, y puede también decirse de la patria que sabe agradecer los verdaderos servicios, tendrán estos una indemnización y recompensa digna del grande héroe que se complace en las acciones benéficas y que ha consagrado toda su existencia a las glorias de la nación mexicana y al bienestar de sus individuos, teniendo yo al mismo tiempo el placer de hacer este obsequio a la verdadera amistad, y al mérito que yace abandonado.

Es de ustedes afectísimo servidor que B. SS. MM..

-Un amigo del Lic. Mier y Altamirano.



16 de mayo de 1778. Matrimonio del padre del Dr. Manuel Altamirano, Joseph Manuel Altamirano, con María Josepha Roxas

16 de mayo de 1778.  Matrimonio de Joseph Manuel Altamirano con María Josepha Roxas, en la ciudad de Santiago de Querétaro.  Este Joseph Manuel Altamirano muy posiblemente fue el padre del Dr. Manuel Altamirano, y quizá este matrimonio, previo al realizado con su madre, Ignacia Ortiz, fue la causa de que no pudiera registrar en su nacimiento a varios de sus hijos, como a Maria Josepha Juana Nepomucena Vicenta Altamirano, nacida unos días antes, y que los tuviera que reconocer años después. (Ver entrada anterior).


9 de mayo de 1778. Nacimiento de hermana Maria Josepha Juana Nepomucena Vicenta Altamirano,

9 de mayo de 1778.  Nacimiento de hermana Maria Josepha Juana Nepomucena Vicenta Altamirano, quien fue bautizada el 12 de mayo de 1778. En su acta de bautismo original, ella fue registrada como hija de padres no conocidos, por su madrina María Josepha Ortiz.  Esto porque nació antes de que sus padres estuvieran unidos en matrimonio. Sin embargo, el 29 de agosto de 1798, fue reconocida como hija legítima de Joseph Manuel Altamirano y de María Ignacia Ortiz.



4 de mayo de 1799. Matrimonio del padre del Dr. Manuel Altamirano, Joseph Manuel Altamirano,con María Francisca Aboites

4 de mayo de 1799.  Matrimonio del padre del Dr. Manuel Altamirano, Joseph Manuel Altamirano,con María Francisca Aboites (Mariana Josepha Alvina Aboites), nacida el 1 de marzo de 1772 y bautizada dos días después, hija de Jose Aboites (o Aboitis) y de Josefa Ignacia Dávila.   Este matrimonio se celebra a pocos días de cumplirse tres meses del fallecimiento de su anterior esposa, María Ignacia Ortiz de Zárate, madre del Dr. Manuel Altamirano, quien murió el 11 de febrero de 1799.


3 de mayo de 1794. Nacimiento de hermana Maria De Jesus Luisa Felipe Altamirano

3 de mayo de 1794. Nacimiento de hermana Maria De Jesus Luisa Felipe Altamirano, bautizada un día después.


1 de mayo de 1805. Nacimiento de medio hermano Jose Manuel Mariano

1 de mayo de 1805. Nacimiento de medio hermano Jose Manuel Mariano, quien fue bautizado 4 días después.


viernes, 22 de abril de 2016

22 de abril de 1846. Matrimonio del Lic. Manuel Altamirano y Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano.

22 de abril de 1846.  Matrimonio del Lic. Manuel Altamirano y Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano, con la señorita Micaela Carbajal, en la ciudad de Santiago de Querétaro.  Ellos serán los padres del Dr. Fernando Altamirano.  El acta de matrimonio indica lo siguiente:

“En la Iglesia Parroquial de Santiago, a veinte y dos de abril de mil ochocientos cuarenta y seis, previas las diligencias que previene el Santo Concilio de Trento, y no habiendo resultado impedimento alguno, yo el Br. Don José Ignacio Cabrera, V. P. casé y velé al Licenciado Don Manuel Altamirano, soltero, de treinta años de edad, hijo legítimo de Don Manuel Altamirano y de Doña Isabel Téllez, difunta, originario de San Luis Potosí y vecino de esta capital en la calle de la Vista Alegre, con Doña Micaela Carabajal (sic), doncella de quince años de edad, hija legítima de Don Rafael Carabajal (sic), difunto, y de Doña Ignacia Castillo, originaria de la Hacienda de Ajuchitlancito, y vecina de esta ciudad en la calle de Buenavista. Fueron sus padrinos y testigos el Licenciado Don José Ignacio Villaseñor y Doña petra Altamirano. Para que conste lo firmé. Rúbrica José Ignacio Cabrera.”



domingo, 10 de abril de 2016

10 de abril de 1814. Matrimonio del Dr. Manuel Altamirano y de Isabel Téllez

10 de abril de 1814.  Matrimonio del Dr. Manuel Altamirano y de Isabel Téllez en Santiago de Querétaro. Debido a que el Dr. Manuel Altamirano se encontraba en San Luis Potosí y no pudo viajar a Querétaro, se casó mediante un poder otorgado al Lic. José Mariano Lazo de la Vega.  El acta de matrimonio menciona lo siguiente:

En la casa de la morada de Don Antonio Téllez, a diez de abril de mil ochocientos catorce, hechas las informaciones necesarias y leídas las proclamas conciliares en tres días festivos inter curissarum solemnia no habiendo resultado impedimento alguno, yo el Bachiller Don Ignacio Basurto, encargado de este curato, asistí al matrimonio que in facie Ecclesie contrajeron por palabras de presente el Lic. Don José Mariano Lazo de la Vega, a nombre y con poder bastante para poderlo hacer de Don José Manuel Altamirano, español* originario de esta ciudad y vecino de la del Potosí, hijo legítimo de Don José Manuel Altamirano y de Doña Ignacia Ferrusca**, difunta, y Doña Isabel Téllez, española*, originaria y vecina de esta ciudad, hija legítima de Don Antonio Téllez, y de Doña María Josefa González; fueron padrinos Don Domingo Lazo de la Vega y Doña María Francisca Aboytes. Testigos los mismos, y Mariano Martínez; y lo firme.

Rúbrica: Ignacio Basurto


*   Aquí el término "español" indica grupo étnico no lugar de nacimiento, pues él nació en Querétaro
** También Ignacia Ortiz de Zárate



martes, 29 de marzo de 2016

29 de marzo de 1820. Nacimiento de Austacio Altamirano Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano

29 de marzo de 1820. Nacimiento en Rio Verde, San Luis Potosí, de Austacio Altamirano Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su primera esposa Isabel Téllez.  Austacio será bautizado un día después.  Su acta de bautismo mencionará lo siguiente:

En treinta de marzo de mil ochocientos veinte en esta Parroquia de Río Verde, yo el Fr. Ignacio Villaseñor venia parochi, exorcisé, puse óleo, bauticé, puse crisma, a Austacio Félix del Santísimo Sacramento, español* de este pueblo; nació el día veintinueve de dicho; hijo legítimo de Don Manuel Altamirano y de Doña Isabel Téllez. fueron sus padrinos Don José María Téllez y doña Josefa González, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual; y para que conste lo firmé con el R. P. cura:

Austacio Altamirano Téllez contraerá matrimonio con Agustina Alcocer con quien tendrá varios hijos, irá a vivir a Saltillo, a Morelia y a la Villa de Guadalupe, y fallecerá allí el 9 de septiembre de 1884.

* Aquí "español" se refiere al grupo étnico, no al lugar de nacimiento, pues como se ve, Austacio nació en Rio Verde, San Luis Potosí.



22 de marzo de 1814. Presentación en Querétaro de solicitud por carta poder para contraer matrimonio del Dr. Manuel Altamirano

22 de marzo de 1814. Como parte del trámite para contraer matrimonio a distancia, se recibe en Querétaro (específicamente en La Divina Pastora) la solicitud por carta poder para contraer matrimonio del Dr. Manuel Altamirano y se preparan las amonestaciones o anuncios públicos.  El documento indica lo siguiente:

Sr. Cura de la Divina Pastora a su lugar teniente:
Don Manuel Altamirano, español* originario de esta ciudad y vecino de la de San Luis Potosí, hijo legítimo de Don José Manuel Altamirano y de Doña Ignacia Ferrusca**, difunta, se ha presentado, por poder, en este curato a fin de contraer matrimonio con Doña Isabel Téllez, originaria de Irapuato y de pequeña de esta vecindad en la calle de Lepe, hija  legítima de Don Antonio Téllez y de Doña María Josefa González. De las diligencias al efecto practicadas resulta haber residido en el partido de usted la contrayente tiempo notable, lo que le participo para que se sirva mandar publicar este matrimonio como dispone el Santo Concilio y certificar las resultas.
Dios guarde a usted muchos años, Curato de Santiago de Querétaro a marzo 22 de 1814
Ignacio Basurto.

* Aquí el término "español" indica grupo étnico no lugar de nacimiento, pues él nació en Querétaro
** También Ignacia Ortiz de Zárate



18 de marzo de 1829. Nacimiento de José Gabriel Altamirano Noriega, hijo del Dr. Manuel Altamirano

18 de marzo de 1829. Nacimiento de José Gabriel Benito de la Santísima Trinidad Altamirano Noriega, hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su segunda esposa María Altagracia Noriega Maroto. José Gabriel será bautizado dos días después.  Su acta de bautismo mencionará lo siguiente:

En la ciudad de México en veinte de marzo de mil ochocientos veinte y nueve, yo el Sr. Lic. Don Juan Evangelista Guadalajara, diputado del Soberano Congreso por el Estado de Puebla (V. P.) bauticé solemnemente a un infante que nació el día dieciocho de dicho en la Calle de la Plazuela de la Santísima, número nueve, a quien puse por nombres José Gabriel Benito de la Santísima Trinidad, hijo de legítimo matrimonio de Don Manuel Altamirano y de Doña María Altagracia Noriega Maroto. Abuelos paternos, Don José Manuel Altamirano y Doña Ignacia Ortiz de Zárate. Abuelos maternos, Don Manuel Noriega y Doña Salvadora Maroto. Fueron sus padrinos el Sr. Lic. Don Miguel Altamirano y Doña Rosa de Lara a quienes advertí su obligación, y para que conste lo firmé.

Lamentablemente, José Gabriel falleció solamente 18 días después, debido a una enfermedad. Su acta de defunción indica lo siguiente:

En seis de abril de mil ochocientos veinte y nueve, sel e dio sepultura eclesiástica en el Campo Santo de esta Parroquia de San Sebastián Mártir al cadáver de José Gabriel de la Trinidad, párvulo de diez y ocho sías, hijo de Don Manuel Altamirano y de Doña María Altagracia Noriega. Vivía en la Plazuela de la Santísima, número nueve. murió de tos y para que conste lo firmé. Rúbrica: Ignacio Inclán.


Acta de bautismo de José Gabriel benito de la Santísima Trinidad Altamirano y Noriega del 20 de marzo de 1829.

Acta de defunción de José Gabriel de la trinidad Altamirano y Noriega del 6 de abril de 1829.


13 de marzo de 1839. Nacimiento de José Rodrigo Altamirano Sotero, hijo del Dr. Manuel Altamirano

13 de marzo de 1839.  Nacimiento de José Rodrigo de los Dolores Altamirano Sotero (o Soltero), hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su tercera esposa Josefa Rita Sotero Aguirre.  José Rodrígo sería bautizado seis días después. Su acta de bautismo menciona lo siguiente:

En esta Parroquia de San Sebastián de México a diez y nueve de marzo de mil ochocientos treinta y nueve, yo el Br. Don Felipe de Jesús Carzoli V. P. bauticé solemnemente y puse los santos óleos a un infante, que nació el día trece de dicho, y le puse por nombre José Rodrigo de los Dolores, hijo de legítimo de Don Manuel Altamirano y de Doña Josefa Soltero de Altamirano; nieto por línea paterna de Don José Manuel Altamirano y de Doña Ignacia Ortiz de Zárate, y por la materna de Don Ramón Soltero (sic) y de Doña Petra Aguirre.  fueron sus padrinos el Sr. Consejero Don José Antonio Romero y Doña Jacoba Bata de Romero, aquienes advertí su obligación y parentesco espiritual, y en testimonio de verdad, lo firme con el Sr. Cura.
Felipe de Jesús Carzoli 



12 de marzo de 1797. Bautismo de María Gertrudis Luisa de Jesús Altamirano, hermana del Dr. Manuel Altamirano

12 de marzo de 1797. Bautismo de María Gertrudis Luisa de Jesús Altamirano, hermana del Dr. Manuel Altamirano.  El acta menciona lo siguiente:

En la Iglesia Real Parroquial de Santiago de Querétaro en doce de marzo de mil setecientos noventa y siete; yo el Bachiller Don Ignacio Maya V. P. bauticé solemnemente a María Gertrudis Luisa de Jesús de tres días, hija legítima de Don José Manuel Altamirano y de Doña María Ignacia Ochoa (sic)* españoles de la calle del Descanso. Fue su madrina Doña Guadalupe Altamirano, española de dicha, a quien dije su obligación y lo firmé. 
P. Alonso Mari Tendero.  C. Ignacio Maya.

* Era Ignacia Ortiz



jueves, 10 de marzo de 2016

10 de marzo de 1846. Presentación para solicitar matrimonio de Manuel Altamirano y Téllez. hijo del Dr. Manuel Altamirano


10 de marzo de 1846.  Manuel Altamirano y Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano, y la señorita Micaela Carbajal Castillo se presentan ante el cura de la Parroquia de San Sebastián, en Querétaro, con el fin de contraer matrimonio.  Ya el 8 de marzo se habían presentado ante el cura propio de la Parroquia de Santiago y de su anexa de la Divina Pastora.  Ellos finalmente contraerán matrimonio el 22 de abril de ese año en la Parroquia de Santiago.

lunes, 7 de marzo de 2016

7 de marzo de 1840. Controversia y reclamo del Dr. Manuel Altamirano por la cátedra de botánica, a la muerte de Vicente Cervantes.

El 7 de marzo de 1840, el periódico El Duende publicó un escrito del Dr. Manuel Altamirano de noviembre de 1839, en el cual el doctor defendía su posición en la controversia que surgió ante su reclamo de que la cátedra de botánica se asignara por un concurso de oposición.  Este reclamo lo enfrentó con Miguel Bustamante y Septién, quien ocupó la cátedra de botánica, después de la muerte de Vicente Cervantes en 1829.  Altamirano, aspiraba también a esta cátedra y se quejaba de que Bustamante la había obtenido en forma interina, no por un concurso de oposición, como dictaban las normas anteriores, sino por asignación directa de una junta directiva, como se había dispuesto en una ley de 1831 que, según Altamirano, fue propuesta por un protector de Bustamante. Este protector al parecer fue Lucas Alamán, primo segundo de Bustamante, como lo dirá Altamirano más adelante.

Once años después de la muerte de Cervantes, el Dr. Manuel Altamirano mantenía su reclamo y así, la controversia en los periódicos inició con un artículo que el Dr. Altamirano firmó con el seudónimo de “Varios aficionados a la botánica”, en el número 30 de El Cosmopolita del 16 de noviembre de 1839.  Posteriormente la contestación vendría en una publicación del periódico El Zurriago del 23 de noviembre, en la cual se defiende a Bustamante y se califica a Altamirano como “un aficionado al sueldo”.  La respuesta del Dr. Manuel Altamirano, ya descubierto con su nombre, vendrá el 30 de noviembre de 1839 y será la publicada hasta el 7 de marzo de 1840 en El Duende.  Esta es una respuesta extensa, donde Altamirano defiende su posición y contesta a cada una de los puntos comentados en el Zurriago, dirigiéndose justamente para esto al “Sr. Zurriago” o “Sr. Z”.  Posteriormente, el 19 de marzo de 1840, se presentarán dos contestaciones duras contra Altamirano, ya publicadas en el Diario del Gobierno (dentro de la República Centralista), una de ellas escritas por Isidro R. Gondra y la otra al parecer por el mismo equipo editorial del Diario del Gobierno.  En estas contestaciones se califica al escrito de Altamirano como un agravio, no sólo hacia Miguel Bustamante, sino hacia el Presidente de la República (Anastasio Bustamante) y hacia todos los gobiernos que se habían sucedido desde 1829.

El Dr. Manuel Altamirano nunca pudo ocupar ni concursar por la cátedra de botánica en la Ciudad de México, y regresó a pocos años después a Querétaro, donde continuó sus labores en forma particular. Allí fue maestro de sus nietos, Fernando Altamirano y Manuel Urbina y Altamirano, quienes serían reconocidos a finales del Siglo XIX por sus valiosos aportes a la botánica y a la botánica médica. (Para el siglo XX,  dos descendientes del Dr. Manuel Altamirano y de Miguel Bustamante, Carlos Altamirano González y Miguel Bustamante Chico, estrecharían grandes vínculos de amistad y parentesco entre ellos, al casarse respectivamente con dos hijas del pintor José María Velasco -Antonia y Mercedes-).

Aquí se muestran los escritos en esta controversia.

Primer escrito del Dr. Manuel Altamirano (firmado con seudónimo “Varios aficionados a la botánica”)

El Cosmopolita. 16 de noviembre de 1839.

Señores editores del Cosmopolita.

Muy señores míos.- Desde el 19 de julio del presente año, se llamó la atención del público por medio del periódico Mosquito, hacia el abuso que se está cometiendo, hace mucho tiempo, en la cátedra de botánica de esta capital, y sin embargo de llevar once años de vacante, aun no se provee en propiedad, sin más motivo, según se cree, que el de no privar de ella al individuo que actualmente la ocupa, quien desde luego no la obtendría, si se hubiese dado por rigurosa oposición, como previenen los estatutos de la materia.

Es sabido en esta capital que el catedrático D. Vicente Cervantes falleció desde mediados del año 1829: si se hubiesen observado las ordenanzas del jardín botánico, deberían haberse convocado por edictos públicos a todos los que solicitasen oponerse a la cátedra vacante. Mas temiendo este paso como muy contrario a sus miras, tanto el que actualmente sirve dicha cátedra en interinato, como ciertas personas que por razón de parentesco temían, y con fundamento, no salirse en este caso con su intento, inventaron el ilegal artificio de que se diese la cátedra en interinato bajo el espacioso pretexto de que se estaba formando un nuevo arreglo, en cuya ejecución se proveerían en propiedad los empleos que con él tuviesen relación.

Sus planes les han salido a las mil maravillas, pues el interinato que lleva hasta la fecha once años, durará sin duda por toda la vida del actual agraciado, y el protector de éste que por razón de su puesto es de bastante influjo, no dejará de obrar en cuanto pudiere, tanto para que no se dé el nuevo arreglo y su ahijado siga en la cátedra, como también en el caso de que se proveyese en propiedad, no hubiese oposiciones en forma, pues sabe muy bien que su cliente no es capaz de sustentarlas, porque careciendo de las cualidades necesarias, no haría otra cosa en este paso que manifestar su ineptitud y falta de conocimientos.

Poco se necesita para conocer la futilidad de este pretexto y aun pudiera decirse que si el gobierno adoptara por base de sus operaciones, el principio referido, que uno de los señores ministros de 1829 aplicó a la cátedra de botánica. Se produciría un trastorno espantoso en todos y cada uno de los ramos de la administración pública: no habría ningún empleo de cualquier jerarquía que fuese, que el gobierno no pudiese darlo a sus favoritos o paniaguados por ineptos o imbéciles que fuesen, con el pretexto de que eran de interinato, y que teniendo proyectado un nuevo arreglo, se suspendiese hasta la ejecución de éste la provisión en propiedad.

Estos son los abusos que se han cometido y están cometiendo hace once años en la cátedra de botánica. El reglamento previene que verificada la vacante, se convoquen opositores, y sin embargo de su terminante prevención, no se ha cumplido. Previene igualmente, que el catedrático del ramo tenga conocimiento pleno del idioma latino, puesto que ha de hacer una lección en este idioma de tres cuartos de hora; y el actual encargado, como se puede probar, no sabe esta lengua que es la de Lineo, en cuya obra debería abrir puntos, como previenen los estatutos. Además de esto, las obras clásicas sobre las plantas medicinales, como el Dr. Hernández, Humboldt etc., están escritas en este mismo idioma, y por consiguiente son desconocidas a nuestro catedrático.

El uso principal que se hace de la botánica, es el de aplicar las virtudes de las plantas a la curación de las enfermedades, mediante el conocimiento que se adquiere con el estudio de ella acerca de sus virtudes y efectos.   Mas este ramo interesante a la humanidad, es desconocido al actual catedrático, por la sencilla razón de no tener el más leve conocimiento de ninguno de los ramos de la medicina. Y lo ha acreditado en el largo periodo de once años, en cuyo tiempo no ha enseñado las aplicaciones de la botánica a la medicina.

Es ciertamente cosa muy triste, que el único establecimiento de este género que tenemos en la nación, no solamente no hallamos procurado proporcionarle algunos adelantos, sino que al contrario, olvidando los sabios estatutos del gobierno español, lo hallamos desatendido hasta el extremo en que se ve, presentándonos a la vista de los extranjeros que visitan nuestro país como unos hombres sin cultura y sin discernimiento; comprobando al parecer, de este modo, que somos incapaces de prosperar en ningún ramo de ilustración. Nos prometemos del celo e ilustración del señor ministro del ramo que tan luego como se imponga del estado real de este negocio, libre a quien corresponda la orden respectiva, para que se proceda inmediatamente a convocar opositores para la provisión de la cátedra. En el concepto de que aunque esta sea interinamente, hay personas que se opondrán a ella, y que aun en este caso el nombramiento recaerá en persona acreditada, que haciendo honor a la nación por sus luces y reputación literaria, levantará este importante establecimiento del estado de descrédito y abatimiento en que por desgracia ha llegado.- Varios aficionados a la botánica.

Escritoo del Dr. Manuel Altamirano (firmado con seudónimo “Varios aficionados a la botánica”)


La contestación al Dr. Manuel Altamirano, en el Zurriago del 23 de noviembre de 1839, es la siguiente.


Contestación al Dr. Manuel Altamirano, en el Zurriago del 23 de noviembre de 1839.



Respuesta del Dr. Manuel Altamirano
El Duende. 7 de marzo de 1840

Señores editores de El Duende.- Muy señores míos.- Suplico a ustedes tengan la bondad de insertar en su apreciable periódico, la siguiente contestación a un artículo del Zurriago del 23 de noviembre, tomo 1, página 101, que comienza: “En el número 30 del Cosmopolita hemos visto un artículo etc.“.
Favor de que les vivirá reconocido este su afectísimo servidor Q. SS. MM. B. – Manuel Altamirano

Pater, dimitte illis etc. Dijo el Zurriago. San Lucas, capítulo XXIII, versículo 35… y al versículo 36: et deridebant eum príncipes… y hacían burla de él los príncipes.

Señores editores: Voy a contestar las burlas del artículo del Zurriago, núm. 13. Tomo 1; y como estas se apoyan en supuestos falsos, de ahí es que se van a convertir contra su mal informado autor, quien con justicia deberá ser burlado y escarnecido ante la respetable opinión pública: ella le acusará de que ha estado dando zurriagazos al aire, pues habla sin conocimiento de causa como se comprobará por las respuestas que voy a fundar en la realidad de los hechos. Descanso pues en la verdad, en la justicia y en las leyes, bajo cuyo escudo y tutela me pondrá el supremo gobierno de la nación. Por lo tanto estoy muy lejos de intimidarme porque se maquinen contra mí cosas serias, ni tampoco soy niño para que se me diga: ñau, ñau (a). En mi pequeño entendimiento las burlas y graciosidades jamás podrán ocupar dignamente el lugar de la razón y de la justicia.- Voy pues a rebatir de paso sus chistes graciosos, dejando para otra ocasión el extenderme un poco más; y al imparcial público le suplico que al formar juicio de esta cuestión literaria, recuerde aquello de los Proverbios (cap. XIX, vers. 6) “Muchos honran la persona del poderoso, y son amigos del que da regalos”. Y en el mismo capítulo se añade: “El que se apiada del pobre hace un préstamo al Señor, y él se lo volverá con usura”.

Comienzo pues a desvanecer los falsos asertos del Zurriago. En primer lugar dice: “Un aficionado al sueldo”. Consta por el expediente de la materia que el aficionado a la botánica, o más claro, Manuel Altamirano (que es contra quien se asestan estos tiros), siempre ha prometido dirigir la cátedra de botánica sin estipendio alguno: luego al primer tapón…  Si el Sr. Z. tuviera bastante conocimiento del negocio como afirma con equivoco, no hubiera repetido cuatro ocasiones esta gracia desgraciada.

Dice un poco más adelante: “El honrado y virtuoso rector de San Gregorio etc.”. Respondo que este apreciable señor nombrado por incidencia, también casualmente es en cierto modo contra producentem. Dicho rector es testigo ocular del aprecio con que sin merecerlo me honraban el difunto Dr. D. Pablo de la Llave; no por aficionado al sueldo, sino por aficionado a la botánica (1).

A pocas líneas hablando del señor interino le llama: “modelo de humildad (2), de rectitud y de sufrimiento”. Contesto que todas esas virtudes son muy apreciables, pero que no constituyen a un digno catedrático de botánica.

Más delante anuncia con un aire de triunfo que el señor interino obtuvo la cátedra, no por favor… No está bien impuesto el Sr. Z.  Mejor sería que con humildad o sin ella contestara el interesado que está instruido de todos los antecedentes. Voy a derribar a su invencible Aquiles. Por favor y por empeños quedó dirigiendo la cátedra de botánica desde el 4 de julio de 1829, y por empeños y favor lo eligieron por la ley de 21 de noviembre del año de 1831: y por empeños y favor y súplicas lo nombraron tal vez… pero por ahora no me meteré de profeta.  Conténtome con dar la historia de lo pasado, y voy a probar esta proposición: entró por favor, Digo así: no es mérito un título colorado. Tal fue el que alegó el señor interino: luego este no tuvo mérito. Título colorado llamó a una falsedad que alegó (y no probó el señor interino) cual fue la de que él preparaba las plantas en tiempo del Sr. Cervantes (3).

Dice el Sr. Z.: no entró por favor, sino por la ley de 21 de noviembre de 1831. –Si entró por la ley de 1831, ¿quién era un catedrático que se sentaba en la silla del salón del jardín botánico, que los más días profería sendos disparates y tenía la humildad de que yo se los corrigiese? Testigos todos los discípulos de botánica de los años 1829, 1830 y 1831. Confieso de buena fe que en el año de 1839 apenas cometería a mi juicio media docena de faltas (4).

Pero gratuitamente se quiere ocurrir a la del de 21 de noviembre de 1831. Peor es meneallo, como decía D. Quijote. Todos los doctores en medicina que componían el antiguo protomedicato, están bien impuestos de quién fue el que promovió tal decreto. Si hubiera tenido suficiencia el señor interino, ¿por qué no se sujetó a la ley vigente entonces que obligaba a las oposiciones botánicas? Y si tal vez ni aun ahora tiene suficiencia magistral (5), ¿cómo la había de tener ha más de diez años? Pero dicha ley se sustituyó con la elección de un catedrático propuesto en terna por una junta directiva (o por mejor decir dirigida) compuesta de siete individuos; siendo uno de estos el mismo interino, el otro el Sr. D. Pablo La Llave (quien no quiso votar). De los cinco restantes dos eran teólogos muy doctos: otro muy sabio en el arte militar: otro un antiguo título que probablemente me favoreció con su voto; y otro muy instruido en el archivo del antiguo virreinato. Estos formaron su terna (6). ¡Qué terna! Si tu cajus cajus ego coja.

La ninguna instrucción en la ciencia de los vegetales, o la parcialidad de dicha junta directiva, se prueba hasta la evidencia con el hecho de no haber propuesto en terna al aspirante sin estipendio alguno (Manuel Altamirano), que tenía a su favor consideraciones de bastante peso (7) y no sería tan abundantemente despreciable cuando después de once años de estar ocupando la cátedra de botánica el señor interino, se dignó preguntarle sobre cosas de la ciencia en las lecciones públicas de este mismo año de 1839 (8), cuya suficiencia (la del interino) es bastante según el Sr. Zurriago, pues poco después dice: “La suficiencia del actual catedrático… no es el aficionado al sueldo que puede fallar”.

Hasta que llegamos a convenir en un punto el Sr. Z. y yo: muy bien dicho. Y para probar el aficionado lo que afirmó en el número 30 del Cosmopolita, se ve precisado (aunque se lastime la modestia del señor actual catedrático) se ve precisado repito (pues no haya en lo humano otro arbitrio) a sostener sus asertos con los siguientes tres desafíos: uno de latinidad, dos de botánica (9).

Premio al victorioso: que se anuncie por los papeles públicos quien alcanzó el triunfo, y la certificación se extenderá con todas las formalidades por los señores calificadores.

El ilustrado público con su sano y recto juicio, conocerá claramente que yo no quiero ser juez de la suficiencia del señor interino. Este recurso de desafíos que propongo es tan legítimo y puesto en razón, que casi es el mismo que dispone la ordenanza de la materia: y en sustancia esto es lo mismo que debía haberse hecho el año de 1829 si el gobierno hubiera empleado con su deber; pero esto de presentarse el señor interino a la palestra no se verificará aunque se formen veinte planes de estudios.

Como lo que propongo no tiene fundada respuesta, tal vez se contestará con graciosidades o con improperios (10), se dirá que es arrogancia, que es soberbia, que es exceso de amor propio. Todo podrá ser; pero nuestra cuestión nos e reduce a quien sea más canonizable. No sé si la humildad de ineptitud sea meritoria ante Dios o ante los hombres. Los teólogos más humildes, si creen que tienen suficiencia, se presentan a las funciones de borla que son una especie de desafío. Pero si yo adolezco de exceso de amor propio, ¿qué mejor remedio que vencerme en la lid?  Si no me presento a ella, con justísima razón se me tendrá por un inepto o un mentecato. He aquí el remedio radical de mi necio orgullo (11).

Nos advierte por último el Sr. Del Z., que en todos los países del mundo la botánica aplicada a la medicina, forma un ramo separado y distinto. Respuesta: yo creía que la España era país del mundo, cuya ordenanza botánica que regía entre nosotros el año de 1829 (no el de 31) prescribía que el catedrático debía estar instruído en las virtudes de las plantas y en el idioma de los sabios (12). El Palau y Verdera: El Barón de Humboldt: los cuadernillos del Sr. La llave, y a cada paso el Plinio español, Dr. Francisco Hernández, hablan de los usos y virtudes de aquellas. El Sr. Cervantes al comenzar las lecciones botánicas de cada año, siempre pronunciaba una oración en que manifestaba los usos y virtudes del vegetal que se proponía por objeto de su discurso. Por el sentido opuesto fue satirizado el inmortal Linneo, pues los émulos de su gloria le echaban en cara el que para nada servía la botánica. Y nuestro sabio Alzate casi era de esta misma opinión: Tot sunt opiniones quot capita.

El Sr. Z. recuerda el aspirantismo de cierto discípulo del Sr. Cervantes. Ignoro el caso y era natural que lo supiese; pero estoy instruido por el tercer tomo de las gacetas literarias de Alzate (página 300 y tantas) que impugnado el discurso que pronunció el 2 de junio de 1794, mi respetable catedrático, este una y muchas veces contestó a su impugnador. Luego este sabio no tenía la humildad del zoquete que a nada responde.

Se me pasaba decir que a la mitad del artículo pregunta el Sr. Z., qué culpa tiene el actual catedrático de que aun no exista el plan de estudios? Y yo a mi vez pregunto: ¿qué culpa tengo de ser profeta? Por el expediente de que el Sr. Z. no tiene pleno conocimiento, consta que al 3º o al 4º escrito que presenté al gobierno sobre mi solicitud a la cátedra de botánica, adiviné que ni en diez años existiría el plan de estudios, así como ahora adivino que se me han de decir mil cosas que no vengan al propósito. Pero no fue profecía, sino un claro conocimiento de las tramas que se urdían y se urdirán.

Informado de ellas el Exmo. Sr. Bustamante (vice-presidente en el año de 1829) trató de cortarlas. Oiga el curioso lector un diálogo verdadero que pasó en el jardín de palacio entre Su Excelencia y un señor senador.

Presidente.- Amigo mío, ¿qué se dice por ahí de mí? Pues deseo acertar.

Senador.- Casi todos hablan bien de usted; pero muchísimos le murmuran, porque dicen que no se le da oídos en su solicitud a un sujeto benemérito que aspira a la cátedra de botánica.

El Exmo, Sr. D. Anastasio Bustamante se impuso del negocio y dijo:

Presidente.- Yo no tengo la culpa. Lo que no pierdo jamás de vista (por tener en esta inteligencia) en el ramo militar. Los demás asuntos los fío enteramente a los ministros.

Senador.- Señor, ahí está el mal. El Sr. Alamán protege a su primo y amigo D. Miguel Bustamante (13) con agravio del otro mucho más ameritado.

Presidente.- Yo le hablaré a Alamán… (14).

Sacó su cartera y con el lápiz escribió el nombre del sujeto injustamente postergado.

El Exmo. Sr. Vice-presidente marchó a poco tiempo con motivo de la invasión española, y no pudo entonces seguir protegiendo mi justicia.

Aun reservo mil cosas en el tintero para otra ocasión. Por ahora no queda punto que no haya tratado de contestar. Algunas personas que se alimentan con vaciedades, dicen de palabra varias sinrazones, asegurando que fue el mejor químico y mineralogista de los discípulos de minería. Sería así; pero él no se opuso a la cátedra de química cuando quedó vacante. Otros alegan en su favor que conoce a las aves científicamente. Y otros añaden en su defensa… Pero nada de eso viene al caso. Otros no teniendo que contestar se avanzan a proferir que soy desafecto y aún enemigo del Sr. D. Miguel Bustamante. Esto es falso, falsísimo. El que usa de sus derechos a nadie ofende. Yo no le deseo mal al señor interino. Ojalá que a este individuo le condecorasen con el empleo de más lustre. Más bien me quejo de la administración del año 1829. Me quejo de la junta directiva: me quejo de todos los pasos tortuosos y fuera de la ley dados en este eterno expediente. ¿Y cómo había de probar que no se observaban las leyes, sino manifestando la nulidad del sujeto elegido?... Por ahora, concluyo recordando a los magnates que injustamente y sin conocimiento de causa hayan influido contra mí aquella de: Pareta sunt derisoribus judicia.

México y noviembre 30 de 1839.












Las contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840 son las siguientes:


Contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840

Contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840