martes, 29 de marzo de 2016

29 de marzo de 1820. Nacimiento de Austacio Altamirano Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano

29 de marzo de 1820. Nacimiento en Rio Verde, San Luis Potosí, de Austacio Altamirano Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su primera esposa Isabel Téllez.  Austacio será bautizado un día después.  Su acta de bautismo mencionará lo siguiente:

En treinta de marzo de mil ochocientos veinte en esta Parroquia de Río Verde, yo el Fr. Ignacio Villaseñor venia parochi, exorcisé, puse óleo, bauticé, puse crisma, a Austacio Félix del Santísimo Sacramento, español* de este pueblo; nació el día veintinueve de dicho; hijo legítimo de Don Manuel Altamirano y de Doña Isabel Téllez. fueron sus padrinos Don José María Téllez y doña Josefa González, a quienes advertí su obligación y parentesco espiritual; y para que conste lo firmé con el R. P. cura:

Austacio Altamirano Téllez contraerá matrimonio con Agustina Alcocer con quien tendrá varios hijos, irá a vivir a Saltillo, a Morelia y a la Villa de Guadalupe, y fallecerá allí el 9 de septiembre de 1884.

* Aquí "español" se refiere al grupo étnico, no al lugar de nacimiento, pues como se ve, Austacio nació en Rio Verde, San Luis Potosí.



22 de marzo de 1814. Presentación en Querétaro de solicitud por carta poder para contraer matrimonio del Dr. Manuel Altamirano

22 de marzo de 1814. Como parte del trámite para contraer matrimonio a distancia, se recibe en Querétaro (específicamente en La Divina Pastora) la solicitud por carta poder para contraer matrimonio del Dr. Manuel Altamirano y se preparan las amonestaciones o anuncios públicos.  El documento indica lo siguiente:

Sr. Cura de la Divina Pastora a su lugar teniente:
Don Manuel Altamirano, español* originario de esta ciudad y vecino de la de San Luis Potosí, hijo legítimo de Don José Manuel Altamirano y de Doña Ignacia Ferrusca**, difunta, se ha presentado, por poder, en este curato a fin de contraer matrimonio con Doña Isabel Téllez, originaria de Irapuato y de pequeña de esta vecindad en la calle de Lepe, hija  legítima de Don Antonio Téllez y de Doña María Josefa González. De las diligencias al efecto practicadas resulta haber residido en el partido de usted la contrayente tiempo notable, lo que le participo para que se sirva mandar publicar este matrimonio como dispone el Santo Concilio y certificar las resultas.
Dios guarde a usted muchos años, Curato de Santiago de Querétaro a marzo 22 de 1814
Ignacio Basurto.

* Aquí el término "español" indica grupo étnico no lugar de nacimiento, pues él nació en Querétaro
** También Ignacia Ortiz de Zárate



18 de marzo de 1829. Nacimiento de José Gabriel Altamirano Noriega, hijo del Dr. Manuel Altamirano

18 de marzo de 1829. Nacimiento de José Gabriel Benito de la Santísima Trinidad Altamirano Noriega, hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su segunda esposa María Altagracia Noriega Maroto. José Gabriel será bautizado dos días después.  Su acta de bautismo mencionará lo siguiente:

En la ciudad de México en veinte de marzo de mil ochocientos veinte y nueve, yo el Sr. Lic. Don Juan Evangelista Guadalajara, diputado del Soberano Congreso por el Estado de Puebla (V. P.) bauticé solemnemente a un infante que nació el día dieciocho de dicho en la Calle de la Plazuela de la Santísima, número nueve, a quien puse por nombres José Gabriel Benito de la Santísima Trinidad, hijo de legítimo matrimonio de Don Manuel Altamirano y de Doña María Altagracia Noriega Maroto. Abuelos paternos, Don José Manuel Altamirano y Doña Ignacia Ortiz de Zárate. Abuelos maternos, Don Manuel Noriega y Doña Salvadora Maroto. Fueron sus padrinos el Sr. Lic. Don Miguel Altamirano y Doña Rosa de Lara a quienes advertí su obligación, y para que conste lo firmé.

Lamentablemente, José Gabriel falleció solamente 18 días después, debido a una enfermedad. Su acta de defunción indica lo siguiente:

En seis de abril de mil ochocientos veinte y nueve, sel e dio sepultura eclesiástica en el Campo Santo de esta Parroquia de San Sebastián Mártir al cadáver de José Gabriel de la Trinidad, párvulo de diez y ocho sías, hijo de Don Manuel Altamirano y de Doña María Altagracia Noriega. Vivía en la Plazuela de la Santísima, número nueve. murió de tos y para que conste lo firmé. Rúbrica: Ignacio Inclán.


Acta de bautismo de José Gabriel benito de la Santísima Trinidad Altamirano y Noriega del 20 de marzo de 1829.

Acta de defunción de José Gabriel de la trinidad Altamirano y Noriega del 6 de abril de 1829.


13 de marzo de 1839. Nacimiento de José Rodrigo Altamirano Sotero, hijo del Dr. Manuel Altamirano

13 de marzo de 1839.  Nacimiento de José Rodrigo de los Dolores Altamirano Sotero (o Soltero), hijo del Dr. Manuel Altamirano y de su tercera esposa Josefa Rita Sotero Aguirre.  José Rodrígo sería bautizado seis días después. Su acta de bautismo menciona lo siguiente:

En esta Parroquia de San Sebastián de México a diez y nueve de marzo de mil ochocientos treinta y nueve, yo el Br. Don Felipe de Jesús Carzoli V. P. bauticé solemnemente y puse los santos óleos a un infante, que nació el día trece de dicho, y le puse por nombre José Rodrigo de los Dolores, hijo de legítimo de Don Manuel Altamirano y de Doña Josefa Soltero de Altamirano; nieto por línea paterna de Don José Manuel Altamirano y de Doña Ignacia Ortiz de Zárate, y por la materna de Don Ramón Soltero (sic) y de Doña Petra Aguirre.  fueron sus padrinos el Sr. Consejero Don José Antonio Romero y Doña Jacoba Bata de Romero, aquienes advertí su obligación y parentesco espiritual, y en testimonio de verdad, lo firme con el Sr. Cura.
Felipe de Jesús Carzoli 



12 de marzo de 1797. Bautismo de María Gertrudis Luisa de Jesús Altamirano, hermana del Dr. Manuel Altamirano

12 de marzo de 1797. Bautismo de María Gertrudis Luisa de Jesús Altamirano, hermana del Dr. Manuel Altamirano.  El acta menciona lo siguiente:

En la Iglesia Real Parroquial de Santiago de Querétaro en doce de marzo de mil setecientos noventa y siete; yo el Bachiller Don Ignacio Maya V. P. bauticé solemnemente a María Gertrudis Luisa de Jesús de tres días, hija legítima de Don José Manuel Altamirano y de Doña María Ignacia Ochoa (sic)* españoles de la calle del Descanso. Fue su madrina Doña Guadalupe Altamirano, española de dicha, a quien dije su obligación y lo firmé. 
P. Alonso Mari Tendero.  C. Ignacio Maya.

* Era Ignacia Ortiz



jueves, 10 de marzo de 2016

10 de marzo de 1846. Presentación para solicitar matrimonio de Manuel Altamirano y Téllez. hijo del Dr. Manuel Altamirano


10 de marzo de 1846.  Manuel Altamirano y Téllez, hijo del Dr. Manuel Altamirano, y la señorita Micaela Carbajal Castillo se presentan ante el cura de la Parroquia de San Sebastián, en Querétaro, con el fin de contraer matrimonio.  Ya el 8 de marzo se habían presentado ante el cura propio de la Parroquia de Santiago y de su anexa de la Divina Pastora.  Ellos finalmente contraerán matrimonio el 22 de abril de ese año en la Parroquia de Santiago.

lunes, 7 de marzo de 2016

7 de marzo de 1840. Controversia y reclamo del Dr. Manuel Altamirano por la cátedra de botánica, a la muerte de Vicente Cervantes.

El 7 de marzo de 1840, el periódico El Duende publicó un escrito del Dr. Manuel Altamirano de noviembre de 1839, en el cual el doctor defendía su posición en la controversia que surgió ante su reclamo de que la cátedra de botánica se asignara por un concurso de oposición.  Este reclamo lo enfrentó con Miguel Bustamante y Septién, quien ocupó la cátedra de botánica, después de la muerte de Vicente Cervantes en 1829.  Altamirano, aspiraba también a esta cátedra y se quejaba de que Bustamante la había obtenido en forma interina, no por un concurso de oposición, como dictaban las normas anteriores, sino por asignación directa de una junta directiva, como se había dispuesto en una ley de 1831 que, según Altamirano, fue propuesta por un protector de Bustamante. Este protector al parecer fue Lucas Alamán, primo segundo de Bustamante, como lo dirá Altamirano más adelante.

Once años después de la muerte de Cervantes, el Dr. Manuel Altamirano mantenía su reclamo y así, la controversia en los periódicos inició con un artículo que el Dr. Altamirano firmó con el seudónimo de “Varios aficionados a la botánica”, en el número 30 de El Cosmopolita del 16 de noviembre de 1839.  Posteriormente la contestación vendría en una publicación del periódico El Zurriago del 23 de noviembre, en la cual se defiende a Bustamante y se califica a Altamirano como “un aficionado al sueldo”.  La respuesta del Dr. Manuel Altamirano, ya descubierto con su nombre, vendrá el 30 de noviembre de 1839 y será la publicada hasta el 7 de marzo de 1840 en El Duende.  Esta es una respuesta extensa, donde Altamirano defiende su posición y contesta a cada una de los puntos comentados en el Zurriago, dirigiéndose justamente para esto al “Sr. Zurriago” o “Sr. Z”.  Posteriormente, el 19 de marzo de 1840, se presentarán dos contestaciones duras contra Altamirano, ya publicadas en el Diario del Gobierno (dentro de la República Centralista), una de ellas escritas por Isidro R. Gondra y la otra al parecer por el mismo equipo editorial del Diario del Gobierno.  En estas contestaciones se califica al escrito de Altamirano como un agravio, no sólo hacia Miguel Bustamante, sino hacia el Presidente de la República (Anastasio Bustamante) y hacia todos los gobiernos que se habían sucedido desde 1829.

El Dr. Manuel Altamirano nunca pudo ocupar ni concursar por la cátedra de botánica en la Ciudad de México, y regresó a pocos años después a Querétaro, donde continuó sus labores en forma particular. Allí fue maestro de sus nietos, Fernando Altamirano y Manuel Urbina y Altamirano, quienes serían reconocidos a finales del Siglo XIX por sus valiosos aportes a la botánica y a la botánica médica. (Para el siglo XX,  dos descendientes del Dr. Manuel Altamirano y de Miguel Bustamante, Carlos Altamirano González y Miguel Bustamante Chico, estrecharían grandes vínculos de amistad y parentesco entre ellos, al casarse respectivamente con dos hijas del pintor José María Velasco -Antonia y Mercedes-).

Aquí se muestran los escritos en esta controversia.

Primer escrito del Dr. Manuel Altamirano (firmado con seudónimo “Varios aficionados a la botánica”)

El Cosmopolita. 16 de noviembre de 1839.

Señores editores del Cosmopolita.

Muy señores míos.- Desde el 19 de julio del presente año, se llamó la atención del público por medio del periódico Mosquito, hacia el abuso que se está cometiendo, hace mucho tiempo, en la cátedra de botánica de esta capital, y sin embargo de llevar once años de vacante, aun no se provee en propiedad, sin más motivo, según se cree, que el de no privar de ella al individuo que actualmente la ocupa, quien desde luego no la obtendría, si se hubiese dado por rigurosa oposición, como previenen los estatutos de la materia.

Es sabido en esta capital que el catedrático D. Vicente Cervantes falleció desde mediados del año 1829: si se hubiesen observado las ordenanzas del jardín botánico, deberían haberse convocado por edictos públicos a todos los que solicitasen oponerse a la cátedra vacante. Mas temiendo este paso como muy contrario a sus miras, tanto el que actualmente sirve dicha cátedra en interinato, como ciertas personas que por razón de parentesco temían, y con fundamento, no salirse en este caso con su intento, inventaron el ilegal artificio de que se diese la cátedra en interinato bajo el espacioso pretexto de que se estaba formando un nuevo arreglo, en cuya ejecución se proveerían en propiedad los empleos que con él tuviesen relación.

Sus planes les han salido a las mil maravillas, pues el interinato que lleva hasta la fecha once años, durará sin duda por toda la vida del actual agraciado, y el protector de éste que por razón de su puesto es de bastante influjo, no dejará de obrar en cuanto pudiere, tanto para que no se dé el nuevo arreglo y su ahijado siga en la cátedra, como también en el caso de que se proveyese en propiedad, no hubiese oposiciones en forma, pues sabe muy bien que su cliente no es capaz de sustentarlas, porque careciendo de las cualidades necesarias, no haría otra cosa en este paso que manifestar su ineptitud y falta de conocimientos.

Poco se necesita para conocer la futilidad de este pretexto y aun pudiera decirse que si el gobierno adoptara por base de sus operaciones, el principio referido, que uno de los señores ministros de 1829 aplicó a la cátedra de botánica. Se produciría un trastorno espantoso en todos y cada uno de los ramos de la administración pública: no habría ningún empleo de cualquier jerarquía que fuese, que el gobierno no pudiese darlo a sus favoritos o paniaguados por ineptos o imbéciles que fuesen, con el pretexto de que eran de interinato, y que teniendo proyectado un nuevo arreglo, se suspendiese hasta la ejecución de éste la provisión en propiedad.

Estos son los abusos que se han cometido y están cometiendo hace once años en la cátedra de botánica. El reglamento previene que verificada la vacante, se convoquen opositores, y sin embargo de su terminante prevención, no se ha cumplido. Previene igualmente, que el catedrático del ramo tenga conocimiento pleno del idioma latino, puesto que ha de hacer una lección en este idioma de tres cuartos de hora; y el actual encargado, como se puede probar, no sabe esta lengua que es la de Lineo, en cuya obra debería abrir puntos, como previenen los estatutos. Además de esto, las obras clásicas sobre las plantas medicinales, como el Dr. Hernández, Humboldt etc., están escritas en este mismo idioma, y por consiguiente son desconocidas a nuestro catedrático.

El uso principal que se hace de la botánica, es el de aplicar las virtudes de las plantas a la curación de las enfermedades, mediante el conocimiento que se adquiere con el estudio de ella acerca de sus virtudes y efectos.   Mas este ramo interesante a la humanidad, es desconocido al actual catedrático, por la sencilla razón de no tener el más leve conocimiento de ninguno de los ramos de la medicina. Y lo ha acreditado en el largo periodo de once años, en cuyo tiempo no ha enseñado las aplicaciones de la botánica a la medicina.

Es ciertamente cosa muy triste, que el único establecimiento de este género que tenemos en la nación, no solamente no hallamos procurado proporcionarle algunos adelantos, sino que al contrario, olvidando los sabios estatutos del gobierno español, lo hallamos desatendido hasta el extremo en que se ve, presentándonos a la vista de los extranjeros que visitan nuestro país como unos hombres sin cultura y sin discernimiento; comprobando al parecer, de este modo, que somos incapaces de prosperar en ningún ramo de ilustración. Nos prometemos del celo e ilustración del señor ministro del ramo que tan luego como se imponga del estado real de este negocio, libre a quien corresponda la orden respectiva, para que se proceda inmediatamente a convocar opositores para la provisión de la cátedra. En el concepto de que aunque esta sea interinamente, hay personas que se opondrán a ella, y que aun en este caso el nombramiento recaerá en persona acreditada, que haciendo honor a la nación por sus luces y reputación literaria, levantará este importante establecimiento del estado de descrédito y abatimiento en que por desgracia ha llegado.- Varios aficionados a la botánica.

Escritoo del Dr. Manuel Altamirano (firmado con seudónimo “Varios aficionados a la botánica”)


La contestación al Dr. Manuel Altamirano, en el Zurriago del 23 de noviembre de 1839, es la siguiente.


Contestación al Dr. Manuel Altamirano, en el Zurriago del 23 de noviembre de 1839.



Respuesta del Dr. Manuel Altamirano
El Duende. 7 de marzo de 1840

Señores editores de El Duende.- Muy señores míos.- Suplico a ustedes tengan la bondad de insertar en su apreciable periódico, la siguiente contestación a un artículo del Zurriago del 23 de noviembre, tomo 1, página 101, que comienza: “En el número 30 del Cosmopolita hemos visto un artículo etc.“.
Favor de que les vivirá reconocido este su afectísimo servidor Q. SS. MM. B. – Manuel Altamirano

Pater, dimitte illis etc. Dijo el Zurriago. San Lucas, capítulo XXIII, versículo 35… y al versículo 36: et deridebant eum príncipes… y hacían burla de él los príncipes.

Señores editores: Voy a contestar las burlas del artículo del Zurriago, núm. 13. Tomo 1; y como estas se apoyan en supuestos falsos, de ahí es que se van a convertir contra su mal informado autor, quien con justicia deberá ser burlado y escarnecido ante la respetable opinión pública: ella le acusará de que ha estado dando zurriagazos al aire, pues habla sin conocimiento de causa como se comprobará por las respuestas que voy a fundar en la realidad de los hechos. Descanso pues en la verdad, en la justicia y en las leyes, bajo cuyo escudo y tutela me pondrá el supremo gobierno de la nación. Por lo tanto estoy muy lejos de intimidarme porque se maquinen contra mí cosas serias, ni tampoco soy niño para que se me diga: ñau, ñau (a). En mi pequeño entendimiento las burlas y graciosidades jamás podrán ocupar dignamente el lugar de la razón y de la justicia.- Voy pues a rebatir de paso sus chistes graciosos, dejando para otra ocasión el extenderme un poco más; y al imparcial público le suplico que al formar juicio de esta cuestión literaria, recuerde aquello de los Proverbios (cap. XIX, vers. 6) “Muchos honran la persona del poderoso, y son amigos del que da regalos”. Y en el mismo capítulo se añade: “El que se apiada del pobre hace un préstamo al Señor, y él se lo volverá con usura”.

Comienzo pues a desvanecer los falsos asertos del Zurriago. En primer lugar dice: “Un aficionado al sueldo”. Consta por el expediente de la materia que el aficionado a la botánica, o más claro, Manuel Altamirano (que es contra quien se asestan estos tiros), siempre ha prometido dirigir la cátedra de botánica sin estipendio alguno: luego al primer tapón…  Si el Sr. Z. tuviera bastante conocimiento del negocio como afirma con equivoco, no hubiera repetido cuatro ocasiones esta gracia desgraciada.

Dice un poco más adelante: “El honrado y virtuoso rector de San Gregorio etc.”. Respondo que este apreciable señor nombrado por incidencia, también casualmente es en cierto modo contra producentem. Dicho rector es testigo ocular del aprecio con que sin merecerlo me honraban el difunto Dr. D. Pablo de la Llave; no por aficionado al sueldo, sino por aficionado a la botánica (1).

A pocas líneas hablando del señor interino le llama: “modelo de humildad (2), de rectitud y de sufrimiento”. Contesto que todas esas virtudes son muy apreciables, pero que no constituyen a un digno catedrático de botánica.

Más delante anuncia con un aire de triunfo que el señor interino obtuvo la cátedra, no por favor… No está bien impuesto el Sr. Z.  Mejor sería que con humildad o sin ella contestara el interesado que está instruido de todos los antecedentes. Voy a derribar a su invencible Aquiles. Por favor y por empeños quedó dirigiendo la cátedra de botánica desde el 4 de julio de 1829, y por empeños y favor lo eligieron por la ley de 21 de noviembre del año de 1831: y por empeños y favor y súplicas lo nombraron tal vez… pero por ahora no me meteré de profeta.  Conténtome con dar la historia de lo pasado, y voy a probar esta proposición: entró por favor, Digo así: no es mérito un título colorado. Tal fue el que alegó el señor interino: luego este no tuvo mérito. Título colorado llamó a una falsedad que alegó (y no probó el señor interino) cual fue la de que él preparaba las plantas en tiempo del Sr. Cervantes (3).

Dice el Sr. Z.: no entró por favor, sino por la ley de 21 de noviembre de 1831. –Si entró por la ley de 1831, ¿quién era un catedrático que se sentaba en la silla del salón del jardín botánico, que los más días profería sendos disparates y tenía la humildad de que yo se los corrigiese? Testigos todos los discípulos de botánica de los años 1829, 1830 y 1831. Confieso de buena fe que en el año de 1839 apenas cometería a mi juicio media docena de faltas (4).

Pero gratuitamente se quiere ocurrir a la del de 21 de noviembre de 1831. Peor es meneallo, como decía D. Quijote. Todos los doctores en medicina que componían el antiguo protomedicato, están bien impuestos de quién fue el que promovió tal decreto. Si hubiera tenido suficiencia el señor interino, ¿por qué no se sujetó a la ley vigente entonces que obligaba a las oposiciones botánicas? Y si tal vez ni aun ahora tiene suficiencia magistral (5), ¿cómo la había de tener ha más de diez años? Pero dicha ley se sustituyó con la elección de un catedrático propuesto en terna por una junta directiva (o por mejor decir dirigida) compuesta de siete individuos; siendo uno de estos el mismo interino, el otro el Sr. D. Pablo La Llave (quien no quiso votar). De los cinco restantes dos eran teólogos muy doctos: otro muy sabio en el arte militar: otro un antiguo título que probablemente me favoreció con su voto; y otro muy instruido en el archivo del antiguo virreinato. Estos formaron su terna (6). ¡Qué terna! Si tu cajus cajus ego coja.

La ninguna instrucción en la ciencia de los vegetales, o la parcialidad de dicha junta directiva, se prueba hasta la evidencia con el hecho de no haber propuesto en terna al aspirante sin estipendio alguno (Manuel Altamirano), que tenía a su favor consideraciones de bastante peso (7) y no sería tan abundantemente despreciable cuando después de once años de estar ocupando la cátedra de botánica el señor interino, se dignó preguntarle sobre cosas de la ciencia en las lecciones públicas de este mismo año de 1839 (8), cuya suficiencia (la del interino) es bastante según el Sr. Zurriago, pues poco después dice: “La suficiencia del actual catedrático… no es el aficionado al sueldo que puede fallar”.

Hasta que llegamos a convenir en un punto el Sr. Z. y yo: muy bien dicho. Y para probar el aficionado lo que afirmó en el número 30 del Cosmopolita, se ve precisado (aunque se lastime la modestia del señor actual catedrático) se ve precisado repito (pues no haya en lo humano otro arbitrio) a sostener sus asertos con los siguientes tres desafíos: uno de latinidad, dos de botánica (9).

Premio al victorioso: que se anuncie por los papeles públicos quien alcanzó el triunfo, y la certificación se extenderá con todas las formalidades por los señores calificadores.

El ilustrado público con su sano y recto juicio, conocerá claramente que yo no quiero ser juez de la suficiencia del señor interino. Este recurso de desafíos que propongo es tan legítimo y puesto en razón, que casi es el mismo que dispone la ordenanza de la materia: y en sustancia esto es lo mismo que debía haberse hecho el año de 1829 si el gobierno hubiera empleado con su deber; pero esto de presentarse el señor interino a la palestra no se verificará aunque se formen veinte planes de estudios.

Como lo que propongo no tiene fundada respuesta, tal vez se contestará con graciosidades o con improperios (10), se dirá que es arrogancia, que es soberbia, que es exceso de amor propio. Todo podrá ser; pero nuestra cuestión nos e reduce a quien sea más canonizable. No sé si la humildad de ineptitud sea meritoria ante Dios o ante los hombres. Los teólogos más humildes, si creen que tienen suficiencia, se presentan a las funciones de borla que son una especie de desafío. Pero si yo adolezco de exceso de amor propio, ¿qué mejor remedio que vencerme en la lid?  Si no me presento a ella, con justísima razón se me tendrá por un inepto o un mentecato. He aquí el remedio radical de mi necio orgullo (11).

Nos advierte por último el Sr. Del Z., que en todos los países del mundo la botánica aplicada a la medicina, forma un ramo separado y distinto. Respuesta: yo creía que la España era país del mundo, cuya ordenanza botánica que regía entre nosotros el año de 1829 (no el de 31) prescribía que el catedrático debía estar instruído en las virtudes de las plantas y en el idioma de los sabios (12). El Palau y Verdera: El Barón de Humboldt: los cuadernillos del Sr. La llave, y a cada paso el Plinio español, Dr. Francisco Hernández, hablan de los usos y virtudes de aquellas. El Sr. Cervantes al comenzar las lecciones botánicas de cada año, siempre pronunciaba una oración en que manifestaba los usos y virtudes del vegetal que se proponía por objeto de su discurso. Por el sentido opuesto fue satirizado el inmortal Linneo, pues los émulos de su gloria le echaban en cara el que para nada servía la botánica. Y nuestro sabio Alzate casi era de esta misma opinión: Tot sunt opiniones quot capita.

El Sr. Z. recuerda el aspirantismo de cierto discípulo del Sr. Cervantes. Ignoro el caso y era natural que lo supiese; pero estoy instruido por el tercer tomo de las gacetas literarias de Alzate (página 300 y tantas) que impugnado el discurso que pronunció el 2 de junio de 1794, mi respetable catedrático, este una y muchas veces contestó a su impugnador. Luego este sabio no tenía la humildad del zoquete que a nada responde.

Se me pasaba decir que a la mitad del artículo pregunta el Sr. Z., qué culpa tiene el actual catedrático de que aun no exista el plan de estudios? Y yo a mi vez pregunto: ¿qué culpa tengo de ser profeta? Por el expediente de que el Sr. Z. no tiene pleno conocimiento, consta que al 3º o al 4º escrito que presenté al gobierno sobre mi solicitud a la cátedra de botánica, adiviné que ni en diez años existiría el plan de estudios, así como ahora adivino que se me han de decir mil cosas que no vengan al propósito. Pero no fue profecía, sino un claro conocimiento de las tramas que se urdían y se urdirán.

Informado de ellas el Exmo. Sr. Bustamante (vice-presidente en el año de 1829) trató de cortarlas. Oiga el curioso lector un diálogo verdadero que pasó en el jardín de palacio entre Su Excelencia y un señor senador.

Presidente.- Amigo mío, ¿qué se dice por ahí de mí? Pues deseo acertar.

Senador.- Casi todos hablan bien de usted; pero muchísimos le murmuran, porque dicen que no se le da oídos en su solicitud a un sujeto benemérito que aspira a la cátedra de botánica.

El Exmo, Sr. D. Anastasio Bustamante se impuso del negocio y dijo:

Presidente.- Yo no tengo la culpa. Lo que no pierdo jamás de vista (por tener en esta inteligencia) en el ramo militar. Los demás asuntos los fío enteramente a los ministros.

Senador.- Señor, ahí está el mal. El Sr. Alamán protege a su primo y amigo D. Miguel Bustamante (13) con agravio del otro mucho más ameritado.

Presidente.- Yo le hablaré a Alamán… (14).

Sacó su cartera y con el lápiz escribió el nombre del sujeto injustamente postergado.

El Exmo. Sr. Vice-presidente marchó a poco tiempo con motivo de la invasión española, y no pudo entonces seguir protegiendo mi justicia.

Aun reservo mil cosas en el tintero para otra ocasión. Por ahora no queda punto que no haya tratado de contestar. Algunas personas que se alimentan con vaciedades, dicen de palabra varias sinrazones, asegurando que fue el mejor químico y mineralogista de los discípulos de minería. Sería así; pero él no se opuso a la cátedra de química cuando quedó vacante. Otros alegan en su favor que conoce a las aves científicamente. Y otros añaden en su defensa… Pero nada de eso viene al caso. Otros no teniendo que contestar se avanzan a proferir que soy desafecto y aún enemigo del Sr. D. Miguel Bustamante. Esto es falso, falsísimo. El que usa de sus derechos a nadie ofende. Yo no le deseo mal al señor interino. Ojalá que a este individuo le condecorasen con el empleo de más lustre. Más bien me quejo de la administración del año 1829. Me quejo de la junta directiva: me quejo de todos los pasos tortuosos y fuera de la ley dados en este eterno expediente. ¿Y cómo había de probar que no se observaban las leyes, sino manifestando la nulidad del sujeto elegido?... Por ahora, concluyo recordando a los magnates que injustamente y sin conocimiento de causa hayan influido contra mí aquella de: Pareta sunt derisoribus judicia.

México y noviembre 30 de 1839.












Las contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840 son las siguientes:


Contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840

Contestaciones al Dr. Manuel Altamirano en el Diario del Gobierno del 19 de marzo de 1840

7 de marzo de 1828. Publicación de certificado en taquigrafía en favor de Manuel Altamirano, hijo del Dr. Manuel Altamirano.

7 de marzo de 1828.  El periódico El Sol publica un certificado otorgado el 28 de febrero de 1828 por el senador Demetrio del Castillo a favor del hijo del Dr. Manuel Altamirano, Manuel Altamirano y Téllez, de doce años y dos meses de edad, por sus habilidades en taquigrafía.